Restaurante El Llar de Viri

Poco a poco se va haciendo realidad lo que en un principio solo parecía un sueño, una utopía que ni la propia Viri pensaba que fuese a tomar forma tan pronto y sobre todo tan bien, porque las últimas reformas, con el comedor de la galería y la nueva cocina, han convertido esta sencilla casita de comidas, en todo un precioso y coqueto complejo rural (el hotel solo tiene una habitación, pero seguro que para la próxima edición, ya hay media docena).

Viri sufrió el agobio de la gestión comercial, por ello tiene las cosas tan claras: “El negocio tiene que servirme a mí, no yo al negocio” y así ha ido diseñado todo para sentirse cada día mas a gusto con sus cosas, sus rincones, sus antiguedades, esas mesas de mármol para las que ha diseñado unos mantelinos de flores para no sentir el frío de la piedra, pero que a la vez dejan ver que son de mármol, de cocina de toda la vida.
En resumen, su casa, a la que, por un módico precio, podemos acceder y disfrutar de esa vida campestre que hoy es todo un lujo.
Su cocina es sencilla, como corresponde a un ama de casa, pero hay lujos que para sí quisieran los mas elegantes restauradores de París, como esas fresas de Candamo que recoge al momento de servir el postre para que lleguen a la mesa con toda su fragancia.
Sigue haciendo los chorizos que tanta fama le dieron y su asignatura pendiente es la huerta, pero poco a poco va sacándola adelante y, quizás, este verano ya tenga buenos tomates.


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