Bonito tibio al ajillo.
Cada vez que diseño una receta para cocinar este bicho, me surgen dos premisas: 1ª No apestar la casa entera porque después huele a chigre toda la semana, y 2ª Conseguir que su carne resulte jugosa, porque en Asturias, salvo las ventriscas que se salvan por su alto contenido en grasa, las famosas “ruedas” parecen phorexpan, apropiadas para la construcción, pero no para el consumo humano.Suelo recurrir a platos de corte japonés, y no solo me refiero al Sashimi o al Sushi, si no a otras preparaciones más elaboradas como el Teriyaki o el Tataki, aunque este último sea solo un tartar.
En esta ocasión pongo en peligro la primera premisa porque vamos a pasar la raja por una sartén humeante, lo cual, aunque solo dure unos segundos, va a desprender algo de apestoso humo.
ELABORACIÓN
Calentamos muy fuerte una sartén que pueda albergar bien la rodaja. Pintamos una cara con AOVE. Ponemos el bonito sobre ella para que se dore, dejando crudo el interior.
Mientras, pintamos la otra cara y le damos la vuelta. Solo buscamos sellarlo y que ofrezca un bonito color dorado. Sacamos a un plato para no siga haciéndose y, en una sartén pequeña, doramos los ajos.
Volvemos a poner la rodaja en su sartén y rociamos con el ajillo y un chorrito de vinagre suave (yo uso el de sake). Ponemos a fuego muy muy suave y dejamos que se atempere, pero sin que apenas se haga.
Con este sistema resultará muy apetecible a la vista y jugoso, lo cual no es fácil con este pescado porque seca en un santiamén.
Lo acompañamos con una Ensalada de patata o una Ensaladilla de col china
MARIDAJE
No es difícil acompañar este plato ya que cualquier vino blanco o rosado nos funcionará de maravilla, y con sidra, como no, que es la mejor compañera que pueda haber para un bonito, aunque sea una lata el escanciarla.