Cocido do Entroido, Antroxu, Antroido, Introido, Entruido, Entrudo, Entrudio ...
Llega el carnaval un año más con toda su carga de espontaneidad pagana.
Ya sentimos como el duro invierno empieza a quedar atrás y los primeros días soleados empiezan a hacer bullir la sangre en los más jóvenes.
Sin embargo todavía falta tiempo para poder tirar el abrigo, no solo climatológicamente sino también en lo referente al calendario de actividades festivas ya que la semana santa y el tiempo de cuaresma son días de recogimiento y meditación (para los cristianos, claro está).
Por eso carnaval es una racha de diversión en plena tragedia invernal, hay que reírse del frío, de la muerte y del vecino, de los curas, de los políticos y de la ley, de lo visible y lo intangible, de lo propio y de lo ajeno y en definitiva de todo de los que nos ha estado atando y esclavizando durante el invierno y que pasados estos días volverá a tiranizarnos.
Son días de tirar la casa por la ventana y el cerdo, que se conservaba avaramente desde el San Martín, salta estos días al pote para celebrar que todavía nos quedan ganas de seguir viviendo y riendo.
Volveremos a empacharnos de filloas como el año pasado y quizás nos pasemos algún día también con el orujo y el vino caliente, pero nada importa porque es carnaval (¡Ojo! para los accidentes de trafico no hay día de fiesta y el alcohol es mal compañero de viaje).
Cada región tiene sus propias costumbres que vienen condicionadas por sus condiciones climáticas y así como en Tenerife o en Río celebran estas fiestas en bañador, Galicia las celebra comiendo, que tampoco es mala forma.
Sin embargo es una autentica lástima que apenas nadie, allén de nuestras fronteras, sepa que en Galicia hay grandes carnavales y lógicamente no es culpa de ellos sino de quienes no saben promocionar como es debido nuestros recursos turísticos.
Pero a nivel privado si hay quién se esfuerza por recuperar tradiciones y adaptarlas a las nuevas tendencias de mercado, como es el caso de este "Cocido do Entroido villalbés", sabiamente preparado por un gran "chef", José Piñeiro, oriundo de la "Terra chá" y que aprendió bien el oficio durante los veintitrés años que pasó en Suiza.
Ahora que ya consiguió su sueño de tener su propio restaurante en Galicia (el Xoyma de Foz), trabaja incansablemente por recuperar aquellos platos que tanto echó de menos en la lejana Ginebra y, ya de nuevo en su Villalba natal y tras el apoteósico éxito obtenido con la Iª Semana del Capón, vuelve con su amigo y compañero de fatigas, José Grandío, del restaurante Terra Chá, para mostrarnos una vez más como la antigua y tradicional cocina gallega, es algo más que empanadas y pulpo "a feira".
Desgraciadamente, en nuestra tierra al igual que en el resto de España, las autenticas amas de casa, aquellas que tenían sus recetarios de cocina mantenidos celosamente a través de generaciones, desaparecieron antes de que la hostelería empezase a preocuparse por la gastronomía, y así es el caso de que los platos de pote, que en toda casa de cierto postín eran presentados con una determinada parafernalia, pasaron a ser servidos en posadas y mesones como si de bazofia se tratase.
Es importante cuidar la presentación, mimar el producto desde el principio de su manipulación para que cuando llegue al cliente ofrezca un aspecto apetecible, ya que el primer sentido que percibe la comida es la vista y aquello de "entrar por los ojos" no es ninguna falacia sino una gran verdad de la que desgraciadamente muchos rancheros, que se autoconsideran restauradores, se olvidan continuamente, o, peor aún, ni tan siquiera reparan en ello.
Pueden ver la receta pinchando en Cocido de carnaval.
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