Sidra en pié de guerra
Ignoro si la embestida de mi querido amigo y colega Carlos Delgado se debió a la perniciosa influencia de ciertas compañías que frecuenta recientemente, o si sería consecuencia de los exabruptos que tuvo que escuchar de boca del Presidente de La Mesa Interprofesional de la Manzana y de la Sidra Natural de Asturias, durante el desafortunado último Congreso de Hostelería de Oviedo, pero sabiendo el amor que siente por esta tierrina (el también es un asturiano de pro), quizás lo que buscó fue revolver un poco los lodos, y desde luego que lo consiguió.
En su artículo arremetía contra ciertas golfadas que algunos lagareros suelen practicar, y en eso tiene razón porque hay en circulación cada puxarra nauseabunda, pero ponía como ejemplo el trabajo de los elaboradores guipuzcoanos, y eso es una majadería, porque piratas hay aquí y allá, y lagareros honrados, también.
En aquel mismo número de la revista Viandar, se hablaba de una cata realizada en Santander (terreno neutral, a mitad de camino) con sidras asturianas y vascas, y aunque hubo ciertos errores en la transcripción de los resultados (en el número siguiente se da fé de la errata, aunque siguen sin reflejar las puntuaciones, y la verdad es que ya estoy teniendo que esforzarme demasiado para seguir creyendo en la buena fe de estos colegas donostiarras), lo cierto fue que las nuestras dieron un soberano baño a las sagardoas.
Hasta ahí bien, Asturias - 4, Euskadi - 1, pero ahora viene lo malo.
Hace algunos días me llegó la noticia de que en Baqueira había seis, he dicho bien, 6, sagardoteguis, ya saben, ese modelo de sidrería vasca con perfil de asador en que se sirve un menú con sidra libre, y que está causando furor en Madrid y Barcelona.
Ya es un hecho irrefutable que en la hostelería, a nivel nacional, las sidrerías vascas nos han ganado la partida, y de nada vale rasgarnos las vestiduras, pero lo mas grave, aún no es eso.
Hace un par de semanas tuve ocasión de participar en un debate con los lagareros proveedores de la calle Gascona (están preparando una fiesta muy bonita para principios de Abril), y después de explayarse a gusto contra los críticos por el mal trato que supuestamente damos a nuestros productos (tanto a la sidra como a los chigres), el mas vociferante tuvo que agachar las orejas al reconocer que ni se había enterado que hace un par de años en este periodico se había publicado una serie a todo color de cincuenta artículos sobre el tema .
Tampoco sabían que en la página de restaurantes habían salido ya cuarenta sidrerías, pero para protestar, sí que estaban listos e informados.
¿Acaso pretenden que vayamos a leerles el periodico a la camita antes de dormir?
Señores sidreros, el buen paño en el arca ya no se vende, y si para ustedes los conflictos endogámicos son los únicos que cuentan, cuando se quieran enterar de por donde van los tiros, en toda España la sidra vasca habrá triunfado, y no sería nada de extrañar que incluso en Asturias triunfase una sagardotegui, o hasta algún baserritarra espabilado.
A eso se refería Carlos Delgado cuando decía que no había que mirarse tanto al ombligo, aunque luego metiese la pata en lo aprender de los vascos a hacer sidra.
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