Nochebuena
Ni que decir tiene que esta es la semana gastronómica del ama de casa por antonomasia.
Nada de semanas de la caza, ni micológicas, ni del salmón, ni nada parecido, la semana de Navidad es la auténtica semana gastronómica de todos los españolitos de a pie, cuando todo el mundo tiene la imagen del humeante pavo rodeado de castañas, con las copas de cava a punto y tirando de tarjeta de crédito por aquello de un día es un día ¡Que coño!
Es una semana de alegría, o al menos eso deseamos a todos nuestros lectores, porque los días empiezan a crecer y el solsticio de invierno anuncia que ya empieza el nuevo año natural y por eso, antes ya de que la iglesia cambiase su calendario para hacerlo coincidir con el nacimiento de su Mesías, el hombre desde que tiene uso de razón celebra con alborozo estas fechas.
Son días de compartir y nada más cordial que una mesa.
Decía una antigua panxoliña:
Déano-lo aguinaldo
aunque sexa pouco;
un touciño enteiro
e a mitá do outro.
Quizás hoy día queden pocos niños que vayan a pedir el aguinaldo pensando en comer una buena tajada de jamón, porque afortunadamente la tienen a su disposición todo el año y lo único que aliena sus mentes es conseguir los miles de duros que cuesta el último videojuego, pero aunque este canto de Navidad resulte algo triste, yo creo que los que aun recordamos el culto a la mesa de Nochebuena, debemos intentar transmitir a los más jóvenes todo su encanto, su embrujo, su magia su belleza.
Los cristianos creyentes que vayan a la misa del gallo, aunque sea un culto de origen pagano, los más gnósticos que veneren a la madre tierra, está empezando el nuevo ciclo, los esotéricos que se anden con cuidado, que no es día propicio para filigranas y a los ateos que les den morcilla, pero por favor, creyentes y herejes, apóstatas y fieles, adictos e impíos, sobre todo no adoréis en estos días al becerro de oro.
Una cena de nochebuena debe ser rica, trabajada y elaborada, si es por toda la familia mejor, pero no vale simplemente con ser cara y ostentosa.
No seáis horteras, no hacen falta angulas, langostinos y capones, lo que hace falta es cariño, hermandad y buenos alimentos, sobre todo si las angulas son congeladas, los langostinos de Mauritania y los capones ...