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Restaurantes chinos

 
Publicado en el diario El Progreso, año 1994.

El pasado domingo les decía que hay que tomar el toro por los cuernos y ponerse a hacer las cosas como Dios manda y como desde mi puesto de observador lo que yo puedo hacer es transmitir a mis lectores lo que veo, pues aquí va la primera.

En el último número de la revista de la Asociación de Hostelería de Gijón se plantea la situación que está provocandop la proliferación masiva de restaurantes chinos en esa ciudad.
No es que yo sea partidaro del corporativismo, de la xenofobia o del proteccionismo aldeano, pero lo que si es cierto es que cuando el rodillo chino empieza a funcionar en una ciudad, pobres de los restauradores autóctonos porque no hay quien lo pare.
Por supuesto que están en su perfecto derecho de ejercer su profesión como cualquier otro ciudadano y líbreme Dios de criticar su cocina que en muchos casos me resulta muy placentera, sin embargo yo conocí algo de los estresijos de esta, cuanto menos curiosa, sociedad, cuando les vendí uno de los restaurantes que tenía en Madrid y les aseguro que la "familia" que está detrás de cada nuevo establecimiento, en nada se parece a lo que nosotros estamos acostumbrados a ver entre nuestros independientes e insolidarios hosteleros.
Cuando la "familia" decide tomar una ciudad, sálvese quien pueda porque son una piña y aunque yo admiro a las personas que actuan de esa forma, lo que si es cierto es que arrasan.
En Gijón, que hasta hace apenas un año pensaban como nosotros aquello de que "eso de los chinos podrá gustar en Madrid o en Barcelona, pero aquí, con lo bien que nosotros sabemos comer, no tiene nada que hacer", en unos pocos meses han abierto una docena de restaurantes y algunos ocupando locales impresionantes en la primera linea de playa y dando servicios de mas de doscientos cubiertos.
El articulista de la publicación antes citada se preguntaba como era posible que mientras el sector está en crisis y se cierran continuamente locales, estos recien llegados, abrán uno tras otro nuevos locales, como consiguen introducir a sus trabajadores (todos inmigrantes) a pesar de las dificultades y restricciones teoricamente vigentes, como financian unas costosas instalaciones cuando sus propietarios apenas si disponen de un traje de calle, etc.
Yo, desde mi posición de gastrónomo, solo debo de felicitarles cuando lo hacen bien y criticarles en caso contrario, pero la Asociación de Restaurantes, por aquello de que más vale prevenir que curar y para proteger los intereses de sus afiliados, quizás deba tomar cartas en el asunto para cerciorarse de que actuan dentro de la legalidad, sobre todo en los aspectos laborales e higienicos.

 

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Escrito por el (actualizado: 17/12/2012)