Animas del purgatorio o natillas de remolacha con isla perdida
Perdonen ustedes por el macabro nombre pero en pro de la autenticidad, el tipismo y la Cuaresma, he querido respetar el nombre con el que Dª Emilia Pardo Bazán, gloria de las letras gallegas y primera cronista de su gastronomía, bautizó este postre en su libro de Cocina Antigua.
Y aprovecho para recordar a algunos señores galleguistas, de estos que quizás dentro de poco exijan también los ocho apellidos como los arbertzales, que si hay que ser tan rígido en las exigencias nacionalistas como para recusar alguna de mis recetas por tener raices árabes, entonces ellos deberían ir todos los días a misa y sentirse felices con estos nombres porque esta, la beata, la inquisitorial, la visigoda, esta es la única Galicia que ellos promulgan.
La Receta. Puesta en marcha
1. Se pueden preparar natillas usando harina de repostería o maicena y conseguir un postre realmente rico, sin embargo y considerando que Galicia debería haber buena leche, aunque nuestros politicos justifiquen y legitimen que se importe de Francia para venderla con nombre gallego, pues la receta que voy a dar es la más fina, la más sabrosa, la más auténtica, aunque también la más puñetera.
Antes de empezar a preparar las natillas se coge la remolacha cocida y se pasa la licuadora o por un chino y luego por un colador para extaer su jugo que se reserva.
2. En una cazuela esmaltada se pone a hervir la leche como manda el rito antiguo, tres veces, como la santísima Trinidad, y si gusta, con una monda del limón y una ramita de canela, que no es pecado porque lo hacen hasta las monjas de clausura.
3. En un bol de cristal se baten las yemas con el azúcar y se va añadiendo la leche removiendo con un agitador de varillas sin parar para que se mezcle todo bien, luego se añade el jugo de la remolacha que lo teñirá todo de morado, amén.
4. En ese mismo bol de cristal se lleva la mezcla a calentar al Baño Maria (¿Van ya entendiendo lo del nombrecito?) y sin dejar de remover se van calentando hasta que se vea que empiezan a tomar consistencia de crema, entonces se retiran del Baño Maria, Dios te salve, y se reparten en cuencos indiviuales donde se dejará reposar y luego enfriar en la nevera.
Terminación de las natillas
Con las claras que ha sobrado, basta con un par de ellas, se prepara un meregue duro, para ello podremos unas gotas de limón que dan un delicioso perfume, las levantamos a punto de nieve consistente, se añade un poco de azúcar sin dejar de batir, y sobre la bandeja de horno untada de mantequilla se ponen unos moños de esta espuma, se meten a calentar y antes de que empiecen a dorarse se retiran y se dejan enfriar.
En cada cuenco de natillas se pone una de estas moñas e incluso se puede acompañar con un bizcochito de soletilla y para los menos creyentes y a los que les guste, se puede espolvorear con canela, yo no lo recomiendo porque desvirtúa algo del sabor natural de la natilla y como dicen que es afrodisiaca, pues vaya usted a saber si no es pecado.
Guarniciones
Tres Padrenuestros y dos Avemarías, y si hay alguien con buena voz, se ponen los cuencos en fila, se canta una saeta y ya parece una procesión del barrio de Los Remedios.
Vinos recomendados
Lacrima Christi o Vinum Misae, en su defecto cualquier moscatel, los de Valencia son los mejores, será por lo del Cid.
Menús sugeridos (Menú de Semana Santa)
- Grelos con almejas
- Potaje de vigilia
- Animas del purgatorio
Variaciones de la receta
Natillas de naranja o postre de alivio
Lo del postre de alivio es una coña por lo de las ánimas del purgatorio, lo que no es de cachodeo es lo de la naranja.
Se pueden preparar de tres formas, una haciendo las natillas con maizena porque así admiten bien el zumo de naranja sin perder consistencia.
Otra, al estilo americano, poniendo una lámina de gelatina disuelta en el zumo y aunque al principio parezca que queda líquido, cuando se enfría toma consistencia y al comerlas resultan muy finas y permiten hacerles algunas virguerías en la decoración como ponerles virutas de chocolate.
La forma más pura y dificil es hirviendo el zum de naranja hasta reducirlo a un tercio de volumen y luego añadirlo caliente a las natillas cuando están ya casi cuajadas.
El adorno de la isla perdida vale pero con el sabor de la naranja a mi me gusta más un poco de nata montada, unas hojas de menta fresca o unas virutas de chocolate amargo.
Natillas de hereje
Esto es por joder, no por otra cosa.
Como siempre suele haber haber algún hereje en la familia o algunos amigos que celebran cenas sacrílegas la noche de Viernes Santo, esto va por ti Antón, pues en vez de poner remolacha para teñir las natillas de morado y cumplir con el lúgubre ritual de Semana Santa, se tiñen con frambuesas en almibar (en esta temporada todavía no hay frescas), el resultado es un agresivo color sangre arterial, muy indicado para misas negras, además están muy ricas.
Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. Y recuerde que antes del postre, hay tomar un trocito de queso, a ser posible, uno artesano de las Asturias.