Vamos a por setas
Como les decía el domingo pasado y si el tiempo no lo impide, este paisano irá hoy, Dios mediante, al monte a buscar setas, con el deseo de no tener que soportar amenazas de algún energúmeno que aun no quiera entender que los productos que la madre naturaleza nos regala son de todos y que si se encuentran en estado salvaje nadie puede monopolizar su recolección, excepto la administración, que si funcionase de forma racional, establecería normas que regulasen su explotación comercial del mismo modo que lo hace con la caza y con la pesca.
Decía Vilabella, en su "Gastromanía", una frase para los amantes de las setas: "Si el arte de comer tiene mucho de magia y de misterio, la magia cuando quiere ser gastromanía se disfraza de buscador de setas, se viste de micólogo, se transforma en el hombre de los hongos, en el sacamantecas de los cuentos".
Y es que para quién ama la naturaleza, la buena mesa, la aventura y ¿porque no admitirlo? también las artes esotéricas, salir un día de otoño, cuando el bosque huele a humus y a hojas caídas, cuando los días se acortaron tanto que ya hay tardes de chimenea y pipa, cuando las diversiones caseras están en su apogeo y las veraniegas olvidadas, resulta un lujo al que solo podemos acceder los agraciados que vivimos lejos de las grandes urbes.
Pasear por los sombríos setales en busca del codiciado boleto, escudriñar bajo las agujas del pinar con el sano anhelo de que aparezca una mancha de contundentes níscalos, recurrir a los siempre fieles champiñones anisados o a los no menos asequibles coprinus, y para los más arriesgados, aventurarse a meter de tapadillo en la cesta a la mas coqueta, presumida y vanidosa, a la reina de los bosques, a la seta de los gnomos y enanitos, la amanita muscaria, con la que Atila y sus bárbaros se drogaban para conquistar Europa o con la que los príncipes de la helada Siberia organizaban infernales orgías dejando que sus siervos y esclavos bebiesen sus orines para que pudiesen también alucinar y soñar con un mundo más justo y menos cruel.
Después del ejercicio y del aire puro viene la reunión en torno a la cosecha para ordenar las especies, pasar para la cocina las de comer e identificar las desconocidas, momentos de tertulia, de ciencia y de intercambio de conocimientos.
Después la ejecución de las recetas más arriesgadas con las consiguientes discrepancias entre los cocineros y al fin la exquisita cena micológica en que las delicias delicias de la buena mesa con acompañadas con las risas y las anécdotas de la excursión. Pero todo eso es gratis, sin I.V.A., sin control administrativo, sin tributos a la S.S.; por tanto no interesa, no es social, no es demagógico, no encauza votos, ¡fuera los seteros!.
Pueden ver un montón de recetas elaboradas con setas pinchando en Cocina de setas
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