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El Carnaval y las filloas

Filloas con helado
 
Filloas con helado
Publicado solo en gallego en el libro A Cociña do Inverno, de la colección Cociña Galega das Estacións, año 1995.
 

De sobra son conocidos los diálogos entre don Carnal y doña Cuaresma, el primero pagano y desenfrenado, la segunda reprimida y piadosa.

Hoy día, como la Iglesia en su día para conseguir fondos para sufragar los escandalosos gastos de la Capilla Sixtina vendió bulas a diestro y siniestro hasta despedazar el Levitico, ya apenas tiene sentido la fiesta de Carnaval, pero piensen ustedes que hasta algunas décadas, la Cuaresma significaba un periodo de ayuno y abstinencia que todas las religiones dictan para la purificación del cuerpo de sus seguidores. Algo así como el Ramadan musulmán.

Y para resarcirse de las semanas de penuria gastronómica que se avecinaban, pues el pueblo aprovechaba los días en que todavía no había que ponerse de luto, para correrse unas buenas juergas con las que hacer más llevadero el ayuno cuaresmal.

Digo que desgraciadamente nuestra cultura se ha visto privada de esos mecanismos reguladores de higiene alimentaria en favor de los compromisos económicos del Clero, y quizás tengan que ser los nutriólogos los que suplanten esta función social de la Iglesia. En cualquier caso, nosotros, los gastronómos, debemos hablar de lo que se debe comer en cada momento, no de cuando ayunar, y como Carnaval es sin duda uno de esos momentos, pues olvidemos la Cuaresma, y viva la juerga carnavalera.

Ya les comenté, a proposito de la temporada de las matanzas, que estos acontecimientos podrían ser utilizados como recurso turístico en el norte durante los meses no veraniegos, y por supuesto el Carnaval podría ser sin duda una de esas fechas mágicas que ningún visitante olvidaría si se les presentase con toda la lujuria gastronómica que se merece.
Claro que los ayuntamientos siguen empeñados en gastarse sus presupuestos únicamente en promover fanfarrias, comparsas, y chirigotas, con que las comprar los votos de los vecinos, aunque como comprenderán entre ver el desfile de disfraces de Ribadeo y los carnavales de Tenerife, pues ni los más patrioteros dudan en romper la hucha y salir corriendo a templar los huesos al sol.

Las filloas, o frixuelos como se llaman en Asturias, podrían ser incluso la base de un fast-food autóctono.
Los italianos lo consiguieron con las pizzas, los mejicanos están triunfando con sus Tex-mex, y los franceses, que se siguen rompiendose los cuernos en busca de la piedra filosofal que les abrá la puerta de las cadenas de comida rápida, consiguieron cierto éxito con sus croisanteries, pero les faltó un poco de gracia.

Yo creo que si un pueblo celebrase un carnaval patrocinando puestos de filloas de todas clases, frías, calientes, saladas, dulces, blancas, de sangre, con carne, pescado, marisco, verduras, frutas, o lo que se les ocurra a los parroquianos de la zona, sería sin duda un éxito que atraería tantos visitantes como todas aquellas fiestas gastronómicas que se han llevado a cabo hasta la fecha con algo de fundamento.

Hay queda el reto, quien lo quiera que lo recoja, es gratis.

Solo quiero hacer una última advertencia para aquellos amantes de la buena mesa de invierno: por favor, si tienen que conducir, cuidado con el alcohol, en estos días es muy facil pasarse de la raya, y las estadisticas son terroríficamente escalofriantes. Así que si van de juerga fuera de su lugar de residencia, lo que me parece muy bien, cuidense de buscar alojamiento antes de empezar la fiesta, el gasto es mínimo y en cambio el riesgo es demasiado alto.

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Escrito por el (actualizado: 09/11/2014)