Finca Garbet 2003
Bodegas Castillo de Perelada
D.O. Ampurdán
85% Syrah, 15% Cabernet Sauvignon
PVP 100€
15 meses en barrica nueva de roble francés
Ayer vino a cenar a casa mi querido amigo y maestro de los fogones astures, Ramón Celorio, y, como el cardiólogo me ha dicho que solo puedo beber vinos muy buenos (obviamente he escogido al mejor especialista en coronarias de España, Jesús Gutiérrez Morlote, que además de sabio galeno, como habrán deducido ustedes, es un hombre muy razonable), así que nos tumbamos la botella 0493 de Finca Garbet que ven ustedes en la foto.
Creo que con decirles que Ramonín apuntó el nombre para incluirlo entre sus favoritos, ya se harán idea de la dimensión del vino, porque este muchachote, además de ser un virtuoso demiurgo de la cocina actual asturiana (hoy salía rumbo a México para elaborar un desayuno para 500 personas en el D.F.), es uno de los paladares más finos del Principado y no le duelen prendas en gastarse medio jornal por un buen vino.
Empezamos con un Pazo de Señorans del 1999 que estaba de alucinar, parecía un gran Chablis, casi un Montrachet (no lo busquen porque hace muchos años que desapareció del mercado), luego probamos un Gutian del 1997, pero falló, así que, para la sobremesa, le dimos fuego al Garbet y fue un espectáculo, un buen recuerdo para ese largo viaje.
Nos sorprendió la baja intensidad aromática en nariz, pero en boca reventaba. Quizás hubiese necesitado un buen aireado de dos horas, pero ya no estábamos para esperas.
La finca Garbet fue un capricho de Don Miquel Mateu, un maravilloso juguete que compró para establecer allí su residencia de verano (es una cala divina, con playa propia y embarcadero a pie de casa) y que, temiendo que un fuego pudiese arrasar la villa, decidieron plantarla de viñas, que, ya de paso, si dejaba algunas perrucas, pues buenas eran. Hoy día, no solo es la joya de Bodegas Perelada, sino de todo el Ampurdán.
Es la expresión más elegante de la uva Syrah que yo haya probado.
Además de una obviamente mimada vendimia y elaboración, la finca en sí tiene unas características propias que podríamos considerar como únicas, ya que dedicar una finca a pie de mar, en plena costa brava, a cultivar uvas, es un lujo que pocos millonarios pueden permitirse.
El resultado es un vino tan mediterráneo que parece que nos lo está cantando Joan Manuel Serrat.
Hay perfumes de monte bajo, de romero, espliego y mil flores salvajes de esas que configuran un aroma propio de la zona, difícil de describir por su complejidad, pero fácilmente recordable una vez que se ha disfrutado de ese pequeño paraíso.
Los sabores son cálidos, ampulosos, golosos, pero a la vez frescos y nada empalagosos, porque el porcentaje de Cabernet Sauvignon, hace que esos torrefactos propios de la Syrah, queden atenuados, presentes, pero no protagonistas, con lo que la complejidad es casi infinita.
Es una pena que Olga Llobet, nuestra querida Olguita, que fue quién me enseñó en su día la finca, ya no esté en la empresa, porque le hubiera gustado leer este artículo, sabiendo que, en buena medida, ella es la responsable de mi admiración por los vinos de esta bodega.
P.D. Al mes de publicar esta crítica, Finca Garbet 2003 ganó el tercer puesto en Iberwine, lo que le sítúa como el tercer mejor vino del mundo, por delante de míticos como Vega Sicilia Único 2006 (Ribera del Duero), Pintia 2004 (Toro), Opus One 1999 (Napa Valley), Penfolds Grange 2000 (Australia), Chateau Margaux 2001 (Burdeos), Sassicaia 2004 (Toscana), Almaviva 2000 (Chile) y Chacayes 2003 (Argentina). Vamos, que a mi amigo Ramonín no le gusta cualquier cosa.
Como es lógico disfrutamos del vino en la sobremesa, porque como dijo Ramón Estos vinos no son para comer, ni teniendo mucho dinero. Yo lo probé en bodega, bueno, mejor dicho, en el casino, con una perdiz y fue una fiesta, pero Ramón tiene razón porque, además de los 100, que no son broma, para sacar toda esa sinfonía de sabores, debe degustarse a pelo.