Culmen reserva 94, un ejemplo perfecto para explicar lo qué es un vino que no vale lo que cuesta.
Durante el pasado año, bodegas Lan invadió las revistas especializadas con sus más o menos experpenticas campañas de publicidad (este vino se presentó en París mediante una cena que todavía nadie se atreve a aventurar los millones que costó), sin embargo hubo a ciertos críticos a quienes, muy cortesmente, se nos dió esquinazo.
Probando al fin su gran joya, el Culmen reserva 94, todo quedó explicado: en cata ciega, el diamante de la Corona no pasó de ser uno del montón.
Bueno, pero del montón, o sea que de ni de lejos justificaba las veinte mil del ala que cuesta cada botella.
Eso sí, el vino ya no está en bodega porque le dieron tanto bombo, que ya se lo han emplumado a los hosteleros. El problema ahora será para estos, porque cualquier cliente dispuesto a pagar mas de cinco mil duritos (150 euros) por botella, se supone que algo sabe de vinos y por tanto hará el primo una vez, dos no.
Queda explicada la diferencia entre el costo y el valor.
Al cabo de un mes de publicarse este artículo, trás amenazar al periódico con retirar cierta campaña de publicidad, el director comercial de la bodega, Javier Echarri, exigió por escrito al D. José Mª Bergareche, presidente del grupo Correo, hoy Vocento, mi defenestración. Se me exigió enmendar el artículo, a lo que respondí con este otro artículo:
Viña Lanciano 96, para limpiar una supuesta agresión que nunca existió.
Me ha llegado el desagradable rumor de que algunos lectores han interpretado que la crítica que hice al vino Culmen tenía intenciones malignas hacia la empresa Lan y me parece oportuno aclarar que bajo ningún concepto existe la menor animadversión hacia esta bodega.
Ni hacia ninguna otra, Dios me libre. Faltaría mas.
De hecho, tampoco descalificamos ese vino, sencillamente opinamos que su precio prometía mas de lo que encontramos dentro de la botella.
Un contraste claro de esta idea es este otro vino, de la misma casa, para lavar la posible afrenta, el Viña Lanciano cosecha del 96, que a un precio de 23€ (una sexta parte que el Culmen), en la mayoría de las guías obtiene similares puntuaciones al estrella de la casa (en la de Andrés Proensa, ambos tienen plata).
Por lo demás, la intención de esta columna, es aconsejar los vinos que consideramos con óptima relación calidad/precio, no descalificar y menos una bodega tan seria como esta, que yo nunca denuncié.
P.D. Este artículo provocó el despido del crítico que suscribe. En el juicio derivado de este atropello contra el libre ejercicio de la profesión, el juez preguntó: "Dice usted que este que vino se vendía a 22.000pts/botella, ahora cuesta 4.000 ¿Y qué ha pasado con los restaurantes y tiendas que compraron varias cajas?" a lo que respondí: "Eso es lo que yo denuncié, señoría, que se lo iban a meter por el ..."
Como era de esperar, gané el juicio. Posteriormente esta bodega se vendió con unas perdidas espeluznantes y el Sr. Echarri fue despedido.
Hoy, con una nueva dirección, Bodegas Lan vende su vino Culmen a 30€, un vino magnífico, que gana premios donde se presenta, porque lo venden por lo que vale.
Hoy también, cuando el Sr. Echarri ya no reparte millones en publicidad ni pincha ni corta en el mundo del vino, hay muchos críticos, o como se llamen, que dicen haberse pronunciado en el mismo sentido. Hasta Peñín, en su número 47 de su revista Sibaritas (el polémico Nº del mes de Abril 2005), dice respondiendo a un bodeguero: "Hace tres años, creo, en una excéntrica presentación del Culmen en París, vaticiné al entonces director general de Lan, Javier Echarri que su vino, al precio de 120 euros y con una producción disparatada de 86.000 botellas, se lo tendría "que comer con patatas fritas...". En fin, me imagino que se lo diría al oído, porque hasta hoy, el único Crítico (lo escribo con “C” mayúscula, con "C" de Compañero) que se ha pronunciado al respecto, ha sido Andrés Proensa. Gracias Andrés, de nada Peñín ... y compañía.