Viña Valiñas
Hace quince días que la ministra Elena Espinosa, Elena la buena, la Salgado no, inauguró las nuevas instalaciones de Mar de Frades y, pasados los tumultos del politiqueo, ahora hemos ido nosotros a probar los vinos.
Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una bodega que comercializa 600.000 litros al año, lo que teniendo en cuenta la idiosincrasia de la zona (necesitan comprar uva a más de 400 agricultores), supone un verdadero reto y una bodega de semejantes dimensiones, tiene que homogeneizar bien sus vinos para que su perfil de marca no se vea alterado de año en año.
En el año 2002 el Grupo Diego Zamora (Licor 43) compró la bodega y en 2005 se hicieron con esta finca que tenía un viñedo viejo, la viña Valiñas, con baastante terreno para expansionarse y construir una súper bodega, y, lo más importante, una impresionantes vista sobre el Mar de Frades, esa pequeña bahía que hace la ría de Villagarcía frente a Cambados y que da nombre a la casa.
Como era de esperar, en cuanto pudieron, decidieron vinificar de forma independiente las uvas de este majuelo, seleccionando las mejores para hacer un vino especial, Viña Valiñas, al que miman con todas las virguerías de moda de la tecnología enológica, maceración pelicular, sistema Ganímedes para el movimiento de mostos, controles de temperatura de fermentación al límite mínimo, levaduras de autoselección, en fín, todo.
Además se cría sobre sus lías, mitad en depósitos de acero, mitad de barricas de roble de acacia, con lo que se logra un equilibrio de aportación de taninos según venga la añada. Estuvimos probando la añada 2006 con diferentes proporciones de barrica, 40%, 50% y 60%, realmente sorprendente, porque la de 40% sabía más a madera que la de 60%. Misterios del vino, pero gustó más de 60% , así que el próximo año Viña Valiñas llevará un 60% de barrica.
Mantienen los colores corporativos de la botella azul, la etiqueta anaranjada ( es una combinación muy sensual que incita a bebérsela casi a morro), el barquito que cambia de color con la temperatura, etc., pero cambian la forma rhin por la borgoña, lo que da algo más de seriedad a la presentación.
Es un vino muy complejo porque tiene muchos matices, la madera está patente pero no nubla los aromas de la uva y la aportación de las lías es determinante, aunque no cargante, como suele suceder el algunos Chardonnays.
A pesar del complejo proceso de conservación de perfumes primarios, el vino no es demasiado aromático, quiero decir que se puede pedir para acompañar a ciertos pescados, como el rodaballo a la gallego, algo que no se puede con muchos albariños demasiado afrutados.
Me quedé con las ganas de probarlo con un capón u otro ave de corral, porque es ahí donde estos grandes albariños dan el DO de pecho, pero les aconsejo que hagan la prueba.