Maior de Mendoza 3 Crianzas

Obviamente lo primero que hay que mencionar de este vino es su asombrosa calidad, porque si alguien se ha quedado en aquellos albariños de frutero de los años 90, cuando pruebe esta joya, creerá que ha estado más tiempo del que le dijeron en el espacio, pero a renglón seguido, quiero destacar su contraetiqueta, 10/10.

Se preguntarán ustedes qué puede tener de importante un papeliño, bueno, pues para quienes valoramos la información, saber todos los procesos con los que se ha elaborado un vino, es como hacer una visita guiada por sus aromas, sabores, suavidades, nervios..., en definitiva, saber que esos 17€ que estamos pagando, están más que justificados.

No voy a repetir todo lo que ellos cuentan (viñas viejas, producción limitada, vino de finca, ecológico, etc.), porque para eso está su literatura, pero sí recomendarles que compren una botella, aunque solo sea una, que la enfríen a 8ºC, que lean toda esa parafernalia y que después empiecen a rastrear aromas (lo de 3 Crianzas es un lío de estancias en diferentes envases pero que da buen resultado).

Para las viejas glorias que nos podemos permitir el lujo de catar un vino durante todo un día (cuando estaba en primera línea, cataba más de 2.000 vinos al año, ahora, apenas 500, y como no publico ni 100 comentarios, puedo deleitarme con los que me gustan), después de la primera prueba que ha de ser irremisiblemente en la mesa (en este caso con una fastuosa rueda de bonito de kilo y medio), su potencia me gustó tanto que lo pasé por mi odorímetro radical (copa Afnor a 22ºC). A pesar de tan cruel prueba, el vino seguía impoluto, sin rastro de tufos, solo aromas a fruta fresca, con un fondo de lías que le confería calma, complejidad de gran vino. Incluso en boca seguía resultando fresco, fruto de su potente acidez y con ese toque de sal que hace tan vivarachos los vinos de uvas maduradas cerca del mar.

No les aconsejo esta prueba porque es un desperdicio, solo lo apunto porque es como una radiografía (sería un crimen destripar a la Sharon Stone para ver como tiene el páncreas, pero bueno, son cosas de críticos).

Creo que este es uno de esos albariños que se pueden guardar diez años para ver hasta donde llegan. Yo tengo Pazo de Señorans de 1996 y cada botella que abro es una fiesta.

Apunto que este vino salió al mercado en junio 2007 y, aunque yo lo tuve un par de meses de bodega (nunca cato un vino sin haber reposado al menos este tiempo), todavía le falta cuajarse un poco más para desarrollar aromas que se adivinan entre los percibidos.

  A pesar de lo que recomiendan los galleguistas, vinos de esta dimensión no deben tomarse con pescados y menos con mariscos. Si acaso con algún poderoso atún, bonito, chicharro, jurel o, sobre todo, salmón, pero nada de merluzas. Para sacarle todo el partido, prueben con un lacón o con un capón (quién dice lacón dice pollo campero, gallo, etc.), ahí sí que da su DO de pecho.