Salmón con alcachofas
Hoy me llevé una alegría porque ayer se me ocurrió decirle a mi chica que iba a prepararle unas alcachofas con salmón, no sé de donde saqué tan peregrina idea, y tras darle muchas vueltas, al final el plato resultó ser más exquisito de lo que imaginaba.
Habíamos decido hacer un fin de semana depurativo y mi Elenita compró media docena de hermosas alcachofas, quizá recordando que en el número de este mes de planetAVino había hablado del poder hepatoprotector y depurativo de estos cardos.
El caso es que no sé porqué me vino a la razón que el amargo de estas hortalizas haría el salmón menos empalagoso, y como llevamos diez días con una mar infernal y apenas hay pescado de por aquí, pues ya ven, así nacen las recetas.
La receta
Empezamos como siempre por hacer un buen sofrito de ajos, cebolla, pimiento verde y zanahoria (se me había olvidado comprar puerros y apio verde, pero si los hubiese tenido, también hubiesen ido a la olla).
Una vez bien tiernos los ingredientes, añadimos un vasito de fino de Jerez y damos un hervor fuerte para evaporar el alcohol. A continuación un par de cucharadas de salsa de tomate para reforzar el sabor de la salsa y agua hasta cubrir todo. A mí me gusta mucho perfumar los guisos de pescado con comino, en esta ocasión de puse además un poco de tomillo y eneldo, la especia del salmón (luego resultó que combina muy bien con las alcachofas). Otro hervor y listo el caldo.
No voy a repetir como se limpian y pelan las alcachofas porque ya lo comenté en varias ocasiones (Alcachofas a la judía, Alcachofas a la plancha , Alcachofas a la vinagreta , etc.). En esta ocasión las partimos al medio y así se meten en el caldo. Pueden cocer a fuego alegre, no pasa nada, ni se desbaratan ni nada, y en diez minutos estarán ya blanditas (hay que pincharlas con un palillo para ver si están tiernas, porque depende de lo frescas y jóvenes que sean).
El salmón debe estar cortado en tacos, o lomos, como prefieran llamar a este corte, lo importante es que vaya limpio de piel y espinas, pero no fileteado, sino en piezas gorditas, como se ve en la foto.
Se meten en el guiso de las alcachofas, ya sin fuego, y se dejan hacer solo con el calor residual durante cinco minutos.
Como ven es muy sencillo, de hecho hasta se pueden aprovechar los restos de un guisote. En este caso yo aproveché uno de Patatas con birrey que había preparado el día anterior.
Este tipo de guisos resulta muy agradecido y hasta se puede acompañar de un buen vino tinto, lo malo es que este caso la potencia de las alcachofas nos lo reventaría. En esta ocasión lo acompañamos de un Monte Blanco, que en la cosecha 2012 ha salido particularmente perfumado, y desde luego que resultó un espectáculo, uno de esos maridajes que apetece mostrar a algunos escépticos que aún afirman que la comida no tiene nada que ver con el vino.