Bacalao con patatas o falso Bacalhau à Bràz
Hace unos días, mi mujer fue sometida a un análisis de “Sensibilidad alimentaria”, y el resultado fue tan demoledor, que cada vez que preparo una comida tengo que consultar la lista porque raro es el ingrediente que se puede utilizar.
Hoy es Nochebuena y vamos a cenar un cochinillo, por lo que había pensado comer algo ligero, como un delicioso Bacalhau à Bráz , pero claro, como ya les indiqué, raro sería acertar y así, ni nata ni huevos, de modo que adiós Bacalhau à Bráz .
Pero soy difícil de convencer, pues me dije “Nada Pepín, Audaces fortuna iuvat”, y me tiré al ruedo.
El plato no tiene nada que ver, sobre todo si encima me olvidé de las olivas negras, pero aún así, estaba sabrosísimo, no exquisito, pero sí con sabores contundentes y agradables en su conjunto.
Elaboración
Cortamos con la mandolina la cebolla y la ponemos a confitar con AOVE en una sartén grande y de tapa, junto con los ajos picaditos y un pellizco de sal.
Mientras, cortamos con la mandolina las patatas en lonchas medianas y las ponemos encima, espolvoreadas con el comino, la sal y el tomillo. Deben hacerse con la sartén tapada, para que se cuezan. Si vemos que la cebolla se quema, regamos con una buena copa de vino blanco o una tacita de caldo, y digo una, pero yo le puse tres. Conviene darles la vuelta o simplemente removerlas bien, para que se hagan todas por igual.
En cualquier momento añadimos las aceitunas cortadas en rodajitas.
Cuando veamos que están bien blandas y por tanto cocidas, terminamos a sartén abierta, porque si alguna se dora, pues mejor, más rica. Yo les pongo siempre un roción de vinagre de Jerez, no muy añejo.
Al llegar aquí, ya solo falta añadir el bacalao, remover bien hasta hacer el típico revoltillo y dejar reposar hasta el momento de servir.
Maridajes
Es de libro que este plato pide un buen blanco, en mi opinión, un poderoso verdejo, porque los sabores son contundentes. Yo propongo el Circe con crianza, Ramón Bilbao sobre lías o el Shaya. Nosotros lo comimos con un rosado pálido que habíamos elegido para el cochinillo de la cena, el Lalomba, pero se moría con tanto sabor.