Pulpo a la parrilla
En los últimos años esta receta ha proliferado mucho en los buenos restaurantes de Asturias y es que, además de resultar deliciosa, es que tiene truco.
Cada vez están más logradas las preparaciones de pulpo que nos llegan cocidas y al vacío, de hecho en muchos bares tiran de esta semiconserva y la sirven recién pasada por el microondas. Pero eso es una vergüenza porque eso ni es Pulpo a Feira ni es nada, porque el auténtico Pulpo a Feira tiene que salir de la pota y arrastrar un poco de agua para hacer esa salsita con el aceite, mientras que así es un estropajo.
Por el contrario si lo hacemos a la plancha o parrilla, resulta muy sencillo y delicioso.
Claro que si conseguimos unos pulpinos de pedreru, pues eso ya es de morirse, pero eso es muy difícil, si no imposible, para quienes viven fuera de Asturias y cocer el pulpo en casa, además de no disponer de cacharros de cobre (es importante como cambia el sabor y el color).
En Portugal esta receta se conoce como Polvo a Mestre Lagaraeiro, o sea, Pulpo al estilo del bodeguero, y es que era un plato típico en época de vendimia, cuando las cuadrillas se recogían, en las tertulias que celebraran después de una agotadora jornada, pues la cena tenía que ser potente y con proteínas para poder trabajar al día siguiente, así nada tan barato como unos pulpos hechos a las brasas (antaño, claro, porque cuestan un pico).
La receta.
Al momento de comer, en una fuente ponemos las patas rotas y rociadas con la vinagreta.
Ponemos en la parrilla los trozos de pulpo, cortados en tacos grandes, de tres o cuatro dedos de largo, y dejamos que se vayan haciendo con un chorrito de aceite hasta que se caramelice esa parte gelatinosa que tiene en su parte exterior. Incluso se puede rociar con limón antes de llevar a la plancha para que desprenda más sabor.
El pulpo pide siempre vino tinto y en este caso más, pero ha de ser vino recio, de mucho cuerpo y poca crianza, como los mencías del Bierzo. Para mí los más ricos y con buena relación calidad/precio son el Martín Sarmiento, el Dominio de Tares y el Pittacum