Vellutata de brócoli e hinojo
A todos los que paseamos entre las ollas, la palabra “Velouté” nos suena a crema de verduras o a salsa cremosa, y es que viene del vocablo “velours”, que en francés significa terciopelo, así hablamos que de una salsa o sopa aterciopelada.
En España, como somos así de paletos en cuestiones gastronómicas, en las escuelas de hostelería se enseña a los futuros cocineros la palabra “veluté”, que no quiere decir nada en español, igual que fuá o entrecot, pero como Escoffier lo decía, pues palabra de Dios.
En Italia “vellutata” quiere decir aterciopelada, de modo que, cuando llegan los primeros fríos otoñales, las cartas de sus magníficos restaurantes de llenan de vellutate de las más diversas hortalizas, desde las populares de calabaza, hasta las más sofisticadas de boletus o incluso de trufas, como la famosa Vellutata di patate al tartufo nero.
Ahora no estamos en otoño sino en primavera, pero como hace un tiempo absolutamente otoñal, por no decir invernal, y en España las hortalizas que se comen todo el año son iguales porque proceden de cultivos hidropónicos, pues mi chica dijo “Voy a preparar una Vellutata de broccoli e finocchi, que es muy depurativa”, y aquí está, deliciosa y muy sencilla de preparar.
Si dominan ustedes el italiano y les gusta esta receta, les aconsejo que pongan la palabreja en su buscador porque van a alucinar con el repertorio que hay, como una que ha parecido muy original y que probaré esta semana: Vellutata di broccoli con scalogno e finocchi al cumino e zenzero.
La receta
Empezamos por pochar lentamente la cebolla bien picadita en AOVE. Se puede hacer en la misma olla en que vamos a preparar la sopa, simplemente debe hacerse muy lentamente y tapada.
Mientras vamos lavando y cortando el resto de ingredientes.
Cuando esté transparente y empiece a coger algo de color, añadimos las hortalizas y cubrimos holgadamente de agua, unos dos dedos por encima.
Llevamos a ebullición y luego bajamos el fuego hasta que hierva suavemente. Así deberá estar una media hora. Rectificamos de sal y pimienta y dejamos reposar y templar. Luego la pasamos por la turmix o la batidora.
Para que la vellutata sea perfecta, lo suyo sería colarla para quede así, sedosa, como si llevase nata, pero también se puede servir tal cual, eso sí, bien triturada, que no queden grumos.
También se puede perfumar con especias. En la que comenté, se pone comino y jengibre, una combinación original como antigua, pero podemos hacer mil pruebas, aunque esta vez quisimos probar los sabores puros, y la verdad es que resultaba bastante compleja y sobre todo deliciosa.
Si la guarnición de curruscos de pan frito les parece demasiado ordinaria, que lo es, pues busquen algo más fino, pero es que desde pequeño a mí me han puesto currusquitos en la crema de verduras y me encantan.