Tiempo de Reformas
Quizás muchos lectores, cuya profesión en nada esté vinculada con la hostelería y que sin embargo se sientan atraídos hacia estas páginas por su afición hacía la gastronomía y sus màs profundos e intelectuales vericuetos, piensen que ya está bien de aconsejar a los hosteleros lucenses sobre la importancia y necesidad de emprender obras de reforma de imagen y de reciclaje tecnológico interno y probablemente piensen que deberíamos tratar con más interés aquellos temas vinculados con las celebraciones gastronómicas que acontecen durante este mes que tradicionalmente ha sido y sigue siendo para los hombres del campo, el autentico veraneo y la verdadera temporada festiva.
Yo coincido con estas personas y les aseguro que para mí sería de lo más agradable narrar, como hacen otros compañeros de profesión, las delicias de esas tardes limpias de finales de verano, ya más próximas al otoño por la suavidad del clima y por los sobrios olores de sus atardeceres, en que la alegría de la romería es prometedor preámbulo de una lujuriosa velada gastronómica donde las riquezas que la tierra ha entregado a sus cuidadores y la proximidad de los días cortos que obligan al recogimiento forzoso, incitan a disfrutar de unas fiestas llenas de alegría y disparate.
Desgraciadamente, a pesar de no ser persona alarmista, ni pesimista ni aún menos catastrofista, quizás por un sexto sentido desarrollado sin duda durantes los muchos años que llevo observando y estudiando los movimientos culturales y empresariales de la restauración española, no en vano me crié entre las perolas de la cocina del restaurante de mis padres, cada vez que barrunto algún cambio importante, este se produce con escalofriante precisión, y ahora la situación se presenta más que dificil.
Por esto me considero en la obligación de dejar de lado esas narraciones idílicas en la que los escritores nos recreamos pensando en los bellos elogios que recibiremos de los agradecidos lectores y retomo la pluma desgarradora de periodista agresivo, que cargada de sonora pólvora intenta dar la voz de alerta antes de que el terremoto de los acontecimientos vaticinados haga estragos entre nuestros seguidores.
Ya pasó el verano y no pocos se están lamentando de lo flojo que fue, sin embargo el que más y el que menos tiene ahora sus arcas bastante llenas como para pararse a pensar si debe o no invertir en su negocio para afrontar los tiempos que se avecinan. Yo me atrevo a dar mi opinión.
Las cosas se van a poner muy feas; el poder adquisitivo de los comensales habituales va a quedar trás las medidas económicas que van a tomarse en Europa, en apenas un recuerdo de lo que es hoy día y aquellos clientes que salían tres veces por semana, saldrán tres al mes, y gracias; los impuestos se van a recrudecer aún más y los gastos fijos provenientes de la energía se verán incrementados notablemente; las grandes cadenas del "Fast-Food" aumentarán en sus campañas agresivas y barrerán como han hecho en todos los paises que pasan por una crisis; en definitiva, las posibilidades de supervivencia se verán ilimitadas tan solo a los que sepan adaptarse a las nuevas condiciones de trabajo y que hayan tomado las medidas necesarias cuando aún están a tiempo, es decir ahora mismo; mañana quizás sea demasiado tarde. Selección de menús rentables, apetecibles y económicos (¿acaso no recuerdan aquello de bueno, bonito y barato?), cartas de vinos en que la selección del profesional o de la empresa dedicada a ese menester, permita al comensal degustar un vino de calidad y precio asequible, ambientes que inviten a volver y calidad en el servicio que haga que se recuerde con añoranza aquella cena, etc.
¡Al loro! que el toro está en chiqueros y ustedes en la plaza así que cuando se abra el portón, salvese quien pueda.
Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar el enlace a Escuelas de hostelería