Mar de Frades 2010
Bodega: Mar de Frades
DO: Rías Baixas
Uvas: 100% Albariño
Crianza: No
P.V.P.: 12 €
Un albariño marinero
Ya apuntamos la gran diversidad de matices que había dentro de esta D.O., aunque siempre estuviésemos hablando de la misma uva, bien, pues he aquí una buena muestra de ello, porque si con el del Condado nos veíamos aturdidos por su concentración aromática, en este caso, al estar los viñedos junto al mar, en una gran colina del Valle del Salnés, el perfil es radicalmente opuesto, con aromas más discretos aunque de una exquisita calidad y una excelente estructura de boca.
Según afirman algunos historiadores, fue por esta ensenada de la Ría de Arousa conocida como Mar de Frades (Mar de los frailes), por donde entraron las primeras viñas de Albarino traídas desde Alemania, pero de lo que no hay duda es que el terreno, de arenisca granítica, aporta unos toques minerales que distinguen estos vinos del resto de subzonas.
Mar de Frades
Esta bodega dio un giro de 180º en 2007 cuando se inauguró la nueva bodega, rodeada de viñedos propios que miran al mar y reciben de él ese puntito de sal que hace sus vinos resulten más frescos en boca que otros del mismo valle, pero situados más al interior.
En él, los perfumes a frutas exóticas y a manzanas maduras queda tan atenuado que apenas si se aprecia en cata, por lo que podemos servirlo incluso con mariscos, porque no va eclipsar sus delicados sabores.
Esto no significa que el vino no sea vigoroso, al contrario, porque su carácter mineral y sus elegantes aromas florales, hacen de él un vino elegantísimo y con mucho brío, lo quiero decir es que domina la sobriedad sobre la espectacularidad, el rasgo más destacado de la personalidad de este gran Albariño.
Con qué disfrutar de este vino
Zamburinas a la plancha (ver receta)
Pongo este molusco como ejemplo de los mariscos en general, porque desde algunos años un plan de repoblación hace que sea muy frecuente encontrar este delicioso bivalvo en muchas pescaderías de toda España, pero la verdad es que este es el vino que yo elijo incluso para comer cigalas, mi marisco preferido, y cuya finura y delicadeza exige que sean acompañadas por vinos muy secos y de aromas sobrios que no eclipsen aquellos matrices más sutiles y exquisitos que hacen de este crustáceo algo único.
No les voy a dar la receta, o mejor dicho se la voy a dar sobre la marcha, porque la obra de arte consiste en lavar bien las conchas, ponerlas sobre una plancha bien caliente (vale una sartén) y según se van abriendo, se cogen con los dedos y se sacan a una fuente. El caldillo verde que ven en la foto es un aceite de perejil (perejil triturado en el aceite), una nota de frescura que alegra los poderosos sabores de estas deliciosas zamburiñas, generalmente tan maltratadas en todas partes que hay quién las desprecia por no haberlas comido así, casi crudas, que es como saben a mar.
Y si con las zamburiñas y volandeiras este vino está magistral, pues imagínense con unas buenas vieiras, de esas que está ahora prohibido mariscar por no sé chorradas de la Administración de la Xunta.