Perdonen ustedes, amables e inteligentes lectores, que utilice este barbarismo japonés (焼き鳥) en lugar de los españoles pincho o brocheta, pero es que brocheta en realidad es un galicismo (brocheta vendría de brocha, que no tiene nada que ver con este plato, salvo por la adaptación del francés broche o brochette, que sí son de la cuerda pero sería un galicismo) porque lo correcto sería decir broqueta, algo que nadie ha oído jamás.
Respecto a lo del pincho, además de que los vascos se atribuyen su origen (en realidad viene del latín punctus), si nos la cogemos con papel de fumar, la única acepción vinculada con la manduca reconocida por la RAE es la de “pincho moruno”, algo tan denostado en España que prefiero no vincular con mis delicados yakitoris.
En realidad toda esta monserga es para cubrir el expediente porque esta receta es muy sencilla y ya la he repetido no sé cuantas veces (
Yakitori de pollo ,
Yakitori de bonito ,
Cocina japonesa, etc.), pero es que, aunque (焼き鳥) quiere decir “pájaro asado a la parrilla”, en Japón hay restaurantes donde solo preparan yakitoris (se llaman izakayas o simplemente yakitoris), y desde luego que los de salmón tienen tanto protagonismo como los de pollo, cerdo, o atún, que por cierto tampoco son pájaros.
Además está la salsa
Teriyaki (照り焼き), algo que los pinchos españoles nunca han usado hasta conocer la cocina nipona, ni los “kushis”, esos palillos de bambú donde se insertan los alimentos y que no aportan ese sabor metálico de los morunos.
La receta
Como ven en la foto, para formar los pinchos hemos elegido calabacines, cebolletas y tomatitos baby, además de los tacos de salmón, claro.
Como las cebolletas eran muy finitas, pues en vez de ensartarlas, preferí hacerlas por libre, aunque en la misma parrilla y por tanto de la misma forma que el resto.
Para montar los yakitori, cortamos el salmón en tacos del tamaño de un huevo de codorniz, el calabacín en rodajas gruesas partidas al medio y los tomatitos enteros (hay que procurar que cuando lleguen al fuego, como no es parrilla abierta sino plancha, pues todos los ingredientes deben estar a la vez en contacto con el metal caliente).
Los pinchos se montan según los gustos de cada cual, de hecho, si miran la foto agrandada, verán que cada pincho lleva una alternancia diferente.
Conviene dejarlos remojando en salsa
Teriyaki durante una hora para que cojan el saborcito ese ligeramente dulce.
Se llevan al fuego y se rocían con la susodicha salsa. Si hemos hecho el remojo, pues se puede usar esa misma.
Si han leído las recetas de
Yakitori de pollo y
Yakitori de bonito , ya sabrán que la técnica consiste en ir lacando poco a poco la comida con la salsa hasta que esta se espese y los yakitoris queden completamente brillantes, como barnizados. En esta ocasión, como a mí el salmón me gusta casi crudo, lo hice con el fuego muy fuerte y la cagué, porque en vez de laquearlos, lo que hice fue turrarlos como carbonillos, pero ya les digo como deben hacerlo para que les queden guays.
Tanto el salmón como las hortalizas o la salsa Teriyaki, todos piden a voces un vino blanco, a ser posible perfumado pero sin golosinas. A mí me priva el Muga, porque es una novedad en Rioja, región que se caracterizaba por sus blancos maderizados hasta parecer ataúdes y que, gracias a esta bodega, se ha descubierto que la uva Viura bien vinificada puede ser una delicia. Con este plato va como un guante.