La Alta Cocina Vasca en Miniatura
Peio García Amiano
Fotos: José Lopez Jauregui ISBN 84-607-9669-8
El primero fue A Donostia de Pinchos, La Cocina Vasca en Miniatura, que ya va por la no sé qué edición (a mí me regaló la tercera, así que calculen), o sea, un éxito y no es que haya sacado este segundo tomo hace un mes, lo que pasa es que en su día nos lo dedicó a sus tías Mari y Asúbn y a Los Garbanzos Negros, y como se me había olvidado referenciarlo en esta web, pues este fin de semana, el Peio me ha dado jabón “p’al pelo” y con razón, claro.
El libro es un escándalo, porque si ya el primero era una preciosidad, pues superar el listón implicaba hacer ya toda una obra de arte ..., y lo ha conseguido.
Las fotos del primero eran de José López Jáuregui, algunas de ellas magnificas, lo cual tiene mérito porque no es lo mismo tratar con grandes restauradores acostumbrados a montar platos para el papel couché, que trabajar con taberneros, pero en este segundo libro el artista es Mikel Alonso, probablemente el mejor fotógrafo gastronómico de España y puede que del mundo (tiene un libro de gastronomía erótica que es como para hacerle una estatua), así que calculen.
Las recetas tienen de pincho lo que yo de dominico, porque a ver quién es el guapo que se casca en la barra de un bar un Crujiente de perdiz escabechada y crema de hongos con mini ensalada y pistachos, o un Blindis de patata y huevo con atún marinado y caviar, pero bueno, ya saben, los vascos están últimamente de un fino que despatarra. Aunque también los hay que curran poco, porque el cachondo del bar Gambara no se cortó un pelo, pinchó en un palillo una anchoa con tres guindilla y una aceituna, lo llama Gilda (debe ser por lo picante) y que se encargue el Mikel de convertir la banderilla en Alta Cocina Vasca en Miniatura. Qué jodío.
Es ya un clásico para los amantes del tapeo, de modo que debe estar en las bibliotecas gastronómicas.
El libro es un escándalo, porque si ya el primero era una preciosidad, pues superar el listón implicaba hacer ya toda una obra de arte ..., y lo ha conseguido.
Las fotos del primero eran de José López Jáuregui, algunas de ellas magnificas, lo cual tiene mérito porque no es lo mismo tratar con grandes restauradores acostumbrados a montar platos para el papel couché, que trabajar con taberneros, pero en este segundo libro el artista es Mikel Alonso, probablemente el mejor fotógrafo gastronómico de España y puede que del mundo (tiene un libro de gastronomía erótica que es como para hacerle una estatua), así que calculen.
Las recetas tienen de pincho lo que yo de dominico, porque a ver quién es el guapo que se casca en la barra de un bar un Crujiente de perdiz escabechada y crema de hongos con mini ensalada y pistachos, o un Blindis de patata y huevo con atún marinado y caviar, pero bueno, ya saben, los vascos están últimamente de un fino que despatarra. Aunque también los hay que curran poco, porque el cachondo del bar Gambara no se cortó un pelo, pinchó en un palillo una anchoa con tres guindilla y una aceituna, lo llama Gilda (debe ser por lo picante) y que se encargue el Mikel de convertir la banderilla en Alta Cocina Vasca en Miniatura. Qué jodío.
Es ya un clásico para los amantes del tapeo, de modo que debe estar en las bibliotecas gastronómicas.