Dieta del Cantábrico
Si pensaban que después de la dieta mediterránea ya estaba todo dicho sobre nutrición, compren este gran libro y verán como aquello no fue sino el primer paso.
El Dr. Jesús Bernardo, ilustre nutriólogo y dietista donde los haya, diplomado por las universidades de Reims y Toulouse, seguidor de la escuela de Grande Covián como todo buen médico asturiano que se precie de tal y otros muchos méritos más que pueden ver en su web, descubrió que el uso de pescados y legumbres, soporte principal de nuestra comida (digo “nuestra” refiriéndome a los que vivimos en esta costa), implica una diferencia sustancial respecto a las fritangas andaluzas que modifica radicalmente las proporciones de HDL y LDL (lipoproteínas de alta y baja densidad) respecto al colesterol total. Dicho en cristiano, que es cojonuda para combatir el colesterol.
A partir de ahí preparó este librazo en que analiza desde “les andariques” hasta “les fabes”, pasando por los chuletones de “culón”, el “pixín”, “les roballices”, las verdinas y por supuesto el maíz, porque un “boronchu preñáo” no creo que sea muy adelgazante, pero está divino.
Hace un repaso por los mejores comedores de la zona, desde el extremo más oriental, que él sitúa en La Rioja, hasta el Finisterre, pasando por Salinas, claro, que es donde vivimos ambos.
Queda feo decirlo, pero no lo puedo remediar porque el muy mal amigo ni me ha citado en sus agradecimientos, pero vean lo que dice el celebérrimo prologista Manuel Torreiglesias: “Nunca había leído antes nada tan bien documentado y hasta misterioso como el capítulo dedicado al vino y a la sidra en el Camino de Santiago, escrito por Pepe Iglesias …”
Ahí es nada...