Descubre los frutos exóticos

Si pinchan ustedes en esa lupa del ángulo superior derecho de su página, sí, sí, donde dice “buscador”, y ponen “Julián Díaz Robledo”, verán varias docenas de referencias, porque cada vez que escribo algo relacionado con las frutas y hortalizas, hago mención a este erudito frutólogo a quién no solo admiro desde mi más tierna infancia (aunque parezca más joven que yo, es por lo dandy, pero me lleva algún añito), sino que quiero como uno de mis mejores amigos, porque siempre estuvo ahí cuando le necesité.

Romanticismos aparte, lo cierto es que incluyo su libro en esta diminuta pero exquisita selección, no por la amistad, sino por la calidad de su trabajo y por una de esas ediciones que dan envidia a cualquier autor (ha debido gastarse una pasta gansa, porque no creo que el editor haya hecho semejante inversión, sabiendo que los libros que se venden son los que firman la tonadillera del último escándalo o el cocinerito de moda.
Y encima es útil, porque hasta un par de lustros, de poco servía saber que el mamoncillo no era un funcionario municipal, sino una frutilla que en Puerto Rico llaman “jenipes”, ya que en España no llegaban ni fotos de ella, pero últimamente, tomates que sepan a tomate o peras que sepan a pera no habrá, pero lo que son frutas raras, tela. Hasta en la frutería de la esquina tienen ya litchis, mangos y rambutanes.
Conviene saber lo que nos traemos entre manos, porque no es la primera vez que oigo que una señora ha preparado una macedonia de yuca y, a pesar de la buena predisposición del resto de la familia, la pobre tuvo que salir huyendo de la casa so pena de perecer de un cólico miserere al obligarla los hijos comerse todo aquella bazofia.
A mi me han curado la diverticulitis con ñame, pero en pastillas, por si acaso.