Menús de la casa
Se trata de un concepto denostado, casi de un insulto hostelero, como dicen algunos empresarios del gremio: «En mi restaurante no se sirven menús, solo carta, y si lo tenemos, es solo por imperativo legal», sin embargo el asunto tiene mas miga de lo que parece.
Hace unos días fui a una nueva sidrería del Berrón, Las Cuevas (se llama asador restaurante pero está mas en el perfil de sidrería moderna) y cuando pregunté qué había para comer el camarero me respondió: «Ensalada mixta, Fideguá de marisco y Entrecot de buey».
Estuve por preguntarle si el vino era Vega Sicilia, pero como el hombre no tenía cara de broma y sí bastante faena, pues me limité a aceptar la oferta.
La ensalada no solo era generosa y con buenos productos, si no que venía sin aliñar para que el comensal hiciese lo propio en la mesa con un convoy surtido de aceite de oliva virgen extra monovarietal de Picual y vinagre de Jerez. La Fideguá llevaba un buen número de andaricas, que si bien no eran del Cantábrico, no por ello dejaban de aportar un potente sabor al guiso (repetí tres platos).
En cuanto al entrecot, por supuesto no era como los del Asador de Abel de Argüelles o los de Casa Arturo de Oviedo, pero era carne roja, estaba en su punto y la pieza era mas que respetable.
Con postre, café, vino y gaseosa, pagué 1.400 pesetas.
Misterio.
A mí no me salen las cuentas, pero a él parece ser que sí porque no es novato (tiene una sidrería en la Pola que trabaja a tope) y además esta página no es de negocios, por lo que ese tema lo dejamos para los analistas económicos.
Para lo que sí estamos aquí es para plantearnos ciertas cuestiones relacionadas con la tarea de la manduca, porque gastronomía es todo, no solo el foie y los rodaballos salvajes.
Cada vez somos mas los sin familia, solteros, divorciados, desplazados y hasta no pocos casados a la nueva usanza, quienes comemos a diario fuera de casa y como tampoco es plan de gastarse la mitad del sueldo en restaurantes, pues los menú son un salvavidas, una auténtica prestación social.
Sin embargo comer rancho no es nada saludable, sobre todo por los aceites de freidora que aunque no nos demos cuenta, son un auténtico veneno.
La guerra está en el precio, aquí 900, enfrente 800 y un poco mas allá 700.
Y en el mismo chigre, con la misma peste, el mismo mantel de papel y el mismo camarero sudoroso, comer a la carta cuesta 5.000. Absurdo.
Sin embargo en Asturias hay unos cuantos comedores, como el citado al principio, donde por un precio muy razonable se puede comer mas que dignamente, hasta respetando la salud y no sería ninguna tontería publicar una guía en la que apareciesen estos establecimientos, informando incluso sobre las características de su oferta (por ejemplo si el vino de la casa permite cierta alternativa o hay que tragar con las pócimas que se embotellan en la zona).
- «Oiga, me interpela un señor con aspecto de viajante de repuestos industriales, y porqué no se deja usted de monsergas y publica ese listado, que bien que nos vendría a los que andamos todo el día pateando la calle. ¿Acaso no ese su oficio?».
Pues sí, tiene razón, pero parece que para hacer guías en este país hay que ser un poco saltimbanqui y aceptar trabajar de papu, condición que no es precisamente la mía, no obstante desde estas páginas procuraré ir ampliando esta información con mas direcciones.
Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio.