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Empanadas asturianas

Empanada de carne
 
Empanada de carne
Octubre 2005

Hacía muchos meses que mi querido amigo e impresor, Ezequiel Careaga, nos venía con la misma cantinela: “Que si en Campo de Caso hacían la mejor empanada de Asturias, que si en Rioseco ponían los mejores corderos a la estaca del mundo, que si El Casín preparaba unos chorizos de quitar el hipo, que si en Soto de Agues ...”, hasta que por fin ayer, le dije: “Vamos a ver esas maravillas”, y he de reconocer mi negligencia, porque el valle del Nalón se ha puesto guapísimo, y en asuntos de manduca, pues también.

Hacía años que no pasaba de La Felguera, quizás por pereza, porque la verdad es que transitar por aquellas carreteras era una verdadera pesadilla. Ahora la carretera es amplia, segura, cómoda y rápida, por lo que te plantas en Campo de Caso en un periquete y transitar de un pueblo a otro, es como andar por casa. Digo esto porque todavía no ha entrado la otoñada y aún pueden darse unos paseos por este valle, incluso cualquier día laborable, porque realmente está a media hora de Oviedo.¡Qué lujo, madre mía! Cuando lean esto mis pobres amigos de Madrid ... Les aseguro que siento compasión.
Pero vamos al grano. Empanada de bonito

Llegamos a Campo de Caso y había feria de ganado, por lo que estaba abarrotado.
Mal rollo.

En la plaza topamos con la consejera ad hoc, esa señora que siendo alcaldesa de Vegadeo aprendió a granjearse gratuitamente enemigos, pero que desde que subió de rango, ha perfeccionado su técnica a nivel de doctorado.

Otro mal rollo.

Llegamos a la panadería Suspiros del Nalón (preparan unas galletas de ese mismo nombre y no sé cual de los dos es el causante del poético titulo, pero en fin) y, antes de habernos situado en la escena, Careaga ya había pedido un trozo de empanada troceada.

Nada más probarla el mundo cambió de color.

Como por arte de magia, los coches desaparecieron. Aquel cretino que tardó diez minutos en dejarme su plaza para aparcar, se esfumó. El patético nombrecito del establecimiento, se hizo amable. Hasta la consejera dejó de existir. (¡Qué torpes son los políticos! Si supiesen el efecto conciliador que tiene la buena cocina, pondrían unos pinchines de la empanada de Higinio en cada debate y seguro que hasta lograríamos que se terminase la autovía de Llanes, el túnel de AVE, la circunvalación de Avilés y hasta se volatilizase Cagonmimantu).

En fin, lo dicho, una empanada fastuosa.

Hasta ahora en Asturias había dos empanadas brillantes, la de merluza del restaurante Sport de Luarca y la de la confitería Peñasanta de Cangas de Onís, que sirve los domingos Celso en la barra de su Sifonería (pueden ver más en la guía Asturias gastronómica 2005 ¡y de paso comprarla, coño, que solo cuesta 19€ y los escritores no vivimos del viento!).

Desde hoy, tenemos triunvirato.

Tienen en común, más o menos, el tipo de masa, una especie de pasta quebrada ligeramente hojaldrada, pero muy personal, porque no llega a ser pastelón, que es como se conoce a la empanada de hojaldre y que por cierto también está colosal.

En la confitería Merino de Cangas de Onís, hacían unos pastillos de salmón inolvidables, pero hace tiempo que desaparecieron.

Sin embargo echo de menos el buen compango, un original relleno de carne guisada, de lacón cocido en salsa de tomate y cebolla, no digamos ya de anguila, uno de los bocados más excelsos logrados por la Humanidad.

Salvo la de merluza, que es 10, lo habitual es poner bonito de lata y es una pena, porque aunque cobrasen un poco más, podrían hacer verdaderas joyas ..., y muy rentables, porque la empanada es un invento genial, tanto para el comensal, que puede disfrutar de un manjar a la sombra de un carbayo sin más ayuda que la de sus manos, como para el cocinero, porque deja pingües beneficios.

Hemos denostado uno de los platos más sabrosos y versátiles de nuestra gastronomía, un filón para ese perseguido fastfood español que no se encuentra.

¡Si supiesen ustedes los millones de libras que mueven al día las cadenas de “Pies” en Inglaterra!
Hasta hay preferencias. Hace unos días entré en la confitería Julien's Pastry Shop & Bakery de Chester, y me zampé uno de estos deliciosos pastelitos de carne. Poco después mi querido amigo Brian me dijo: “No hombre, tenías que haber probado los traditional pie de Sayer, son mis preferidos” y nos metimos otro de esos para el cuerpo, con lo que, con un par de pintas de Pilsen, zanjamos la comida tal y como hacen habitualmente la mayoría de los británicos.
¿Se imaginan una cadena de empanadas asturianas con especialidades vegetales, de pescado, carne, chorizo, quesos, etc? Hasta podríamos al fin poder gritar: “Adiós, maldito McDonnald’s”?

Pero bueno, de momento, seguimos con la de Suspiros del Nalón ..., ejem, es que me da la risa.
A escasos metros, entramos en la carnicería El Casín, otro de los reductos de mi amigo Ezequiel.

Hay que confesar que ya estábamos entregados, pero es que además, es verdad que prepara unos chorizos atómicos. Me llevé un kilo de picadillo y va que se las pela, porque está de cine.

Yo lo salteo con piñones y taquitos de manzana, queda más suave y se perciben mejor sus aromas, pero con patatas y huevos fritos, también son una pasada, sobre todo para el colesterol.

Hubo que dar un paseo por Soto del Agua para bajar la empanada y recuperar el apetito, porque habíamos reservado mesa en La Casona de Rioseco, el de los corderos a la estaca, aunque ese día tenía jornadas del Pitu Caleya y no pudimos probar el ovino, pero está en capilla, porque la instalación que tiene para tal menester, demuestra que son sabios en ese difícil arte de manejar el fuego, habilidad primigenia de la cocina hasta que llegaron estos inventos del microondas, las vitrocerámicas y los hornos de convección.

Volveremos, porque el sitio está la mar de guapo, bien cuidado, gente encantadora y, bueno, pues si el cordero está en consonancia, pues divino. Y, hablando de vino, eso sí, deberían mejorar su oferta, por ejemplo copiando mi carta de Asturias gastronómica 2005, porque andan muy flojitos y es una pena.

En fin, que me postro de hinojos ante los asturianos del Alto Nalón por no haber visitado desde hace tanto tiempo su zona y no haber incluido ninguno de sus comedores en mi guía, pero al menos sí lo haré en la web, no solo cuando pruebe el cordero de La Casona, sino también cuando haga lo propio con un barín súper cachondo, La Tropical, de esos que ya no quedan, y al que acostumbra ir a tomar el vinín nuestro amigo Ezequiel y donde ví pasar unos chuletones de ternera casina, que válgame Dios.

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Escrito por el (actualizado: 17/05/2015)