Aguas minerales
Traumatizado aun por mi último viaje a Méjico, me viene a la memoria el precio que tenía allí el agua mineral: entre tres y cinco dólares la botella (de 575pts a 955 pts según el cambio a la sazón) ¡en tienda!, en restaurante no quiero ni pensarlo.
Solo había dos tipos, una, la francesa Evian (me refiero a la zona de Playa del Carmen, imagino que el monopolio no llegará hasta el D.F.) y otra nacional, pero que en realidad no era agua mineral, si no agua depurada y por tanto, aunque costase la mitad, valorando la calidad, bien podría decirse que era aun más cara que la gabacha.
Se trata de un extraño negocio, algo que hace treinta años resultaba inconcebible pero que, al igual que los ordenadores, ha superado las previsiones de las que, por los años sesenta, se consideraban mentes calenturientas, soñadores de ciencia ficción.
Recuerdo que mi padre, q.e.p.d., ponía pingando a los clientes que pedían agua de Solares (de aquellas el único agua mineral sin gas que había era la santanderina): «Hay que ser majadero, decía, habiendo agua del Lozoya en el grifo (Madrid tenía dos acometidas, la del Canal de Isabel II y otra, mas restringida, directamente del Lozoya) ¿para qué pagar agua a precio de vino? Es una insensatez, esto tendrá que acabarse algún día».
Vaya vista, desde luego si el pobre hubiera tenido que ganarse el pan como profeta, lo hubiera tenido claro.
Hoy España consume nada menos que cuatro mil millones de litros al año, una media de casi cien litros por persona, mas del doble que en los años ochenta, y eso que por entonces ya su consumo era familiar, si tenemos en cuenta que Europa pasó de consumir quinientos millones en el año 48, a veintitres mil en el 89 (no dispongo de los datos estadísticos de España, pero sí que su evolución fue la mas espectacular del continente).
Y llegando aquí, ya empezamos a enredar.
¿Sabemos lo que consumimos, o simplemente nos guiamos de lo que la publicidad nos enchufa?
Pues verán, resulta que investigando un poco me encontré con datos tan elocuentes como que el agua mas baja en sodio y por tanto la mas indicada para personas con problemas de hipertensión, así como para aquellas que quieran adelgazar mediante diureticos, es nada menos que la asturiana Cuevas (la de la Central Lechera Asturiana), con 1,5 Mg * (ver pié de página) , mientras que la Font Vella, que tanto se anuncia como «El agua ligera que aligera el peso», contiene nada menos que 12,2 Mg., o sea, casi diez veces mas.
A su vez comprobé que el agua de Vichy tiene un residuo de sales superior a lo que la legislación vigente permite para aguas potables (no para las minero-medicinales), con un contenido en sodio nada menos que de, agarrense, 1.110 Mg (a partir de 200 se consodera sódica), pero lo mas grave es que tiene 7,3 Mg de fluor (a partir de 1 Mg se consideran fluoradas), por lo que debería indicar en la etiqueta que su uso continuado provoca manchas en los dientes y es desaconsejable en niños.
Y la de Solán de Cabras, la mas recomendada por los médicos para facilitar la orina y con un coste de casi 1e por botella, resulta que tiene 5,1 Mg de sodio, el triple que la antes citada asturiana que se encuentra en las tiendas a menos de 23 centavos de e, claro, así no es de extrañar que esta marca obtenga mas beneficios que Font Vella que produce cuatro veces mas.
Pero eso ya es marketing, ventas, otro asunto que tiene tanta tela que lo dejamos para la semana que viene.
La semana pasada nos quedamos en el asunto del marketing y para entrar a saco en el tema, propongo la siguiente pregunta: ¿Como es posible que el agua de Fuensanta se venda mas barata fuera de Asturias que aquí, donde se produce, cuando el mayor coste de este producto es precísamente la logística, o sea, su transporte, almacenaje y distribución?
La respuesta me la dió mi amigo Abel: «Hombre, Pepe, tenemos que hacer patria, no voy a vender en mi restaurante (El Asador de Abel, por si alguien no había caido), agua gallega».
Pues claro, pero también podrían hacer algo de patria quienes la comercializan en vez de aprovecharse de nuestra asturianía, vamos digo yo, aunque eso ya es meterse en política, ética o cualquiera de esas cosas que tan poco tienen que ver con la gastronomía.
Sorprendidos por las fluctuaciones de precios que observamos en el mercado (llegué a ver la marca Solán de Cabras al doble en una tienda que en otra), nos dirigimos a la empresa Cuevas (ya saben, la de Central Lechera Asturiana), donde, además de informarnos exhaustivamente de sus procesos, su director, Javier Santos, nos autorizó a publicar que es frecuente llegar a practicar descuentos de hasta el 80% sobre los precios de tarifa en función de los volumenes de compra.
Vaya tela, sobre todo si tenemos en cuenta que hay aguas, como la francesa Perrier, que se consume en todos los paises del mundo como un símbolo de clase, por lo que se paga un precio de escándalo por un producto que solo es una etiqueta.
Para los amantes de los datos ahí van unas cifras.
- Producción de aguas en Europa. Año 1.999: Italia, 8.050 millones de litros, Alemania, 7.700, Francia, 6050, España 3.129.
- Consumo per capita: Italia, 155 litros, Francia, 128, Bélgica 123, Alemania 97 y España 87.
Curiosamente Inglaterra, con lo asépticos que son, solo consumen 11 litros por persona al año y es que, según dicen, tienen un agua tan buena en los grifos que ¿para qué van a comprarla embotellada?
De hecho en España, donde mas agua se consume es en Andalucía (un 27% del consumo total), Levante (el 17%) y Cataluña (14%), o sea, el litoral mediterraneo, señal de que sus aguas no son demasiado recomendables.
La verdad es que, casi sin comerlo ni beberlo, nos hemos asomado a un mundo que asusta, a unas cifras que si mi pobre padre levantase la cabeza, volvería a morirse inmediatamente.
Me encontré con muchas curiosidades mas, pero creo que lo mas importante es saber qué agua elegir según las necesidades personales, así que ahí van unos datos de aplicaciones terapeuticas que gentilmente me facilitó Valentina Megido, la directora técnica de Aguas de Cuevas.
- Sulfurosas: antirreumaticas, antialérgicas, desintoxicantes y antifilogísticas.
- Cloruradas: Metabólicas, anticatarrales y antiinflamatorias.
- Sulfatadas: Colagogas y purgantes.
- Bicarbonatadas: Antidispépticas, antiácidas y anticongestivas.
- Cálcicas: Antialérgicas, sedantes y antiinflamatorias.
- Ferruginosas: Antianémicas y reconstituyentes
- Oligometálicas: Estimulantes del catabolismo y diuréticas
- Radiactivas: Equilibradoras, sedantes y anticatarrales.
No sé ustedes, pero yo en conclusión, saco que lo mejor es seguir bebiendo vino.
Cuatro años después de publicarse este artículo, un amable lector llamado Juan Carlos, nos indicó que había un agua con menos Sodio, Fuente Liviana, con tan solo 0,7Mg. Gracias ese comentario localizamos una web realmente interesante sobre este tema Aguainfant. Ya de paso quiero pedir a los responsbles de Fuente Liviana que sean mas respetuosos con los visitantes de su web, porque una cosa es publicitarse y otra tomar el pelo.
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