Agua de Galicia
Hablar de la importancia de las aguas en la vida de los hombres sería una perogrullada ya que todos hemos oido aquello de que estamos compuestos en dos terceras partes de nuestro organismo por este liquido, sin embargo las comodidades de la vida domestica actual, nos hace ver las cosas desde un ángulo que distorsiona la realidad.
Recuerdo al señor Cuadrado, un profesor de física, que nos decía que los niños saben manejar todos los aparatos electrodomésticos, pero que no se han parado ni por un minuto a pensar el porqué al tocar tal o cual botón, ocurre esta o aquella reacción, bien, pues bien algo así está ocurriendo con las aguas.
Sabemos que al manipular un grifo sale agua fría o caliente y para nosotros este elemento se presenta como algo integrado en nuestras viviendas, como son los ladrillos, el tejado o los cimientos; tan solo nos damos cuenta de que existen cuando faltan o dan problemas.
Sin embargo el agua ha sido siempre para el hombre una de las primeras causas de preocupación y motivo básico para sentar emplazamientos y si fuera necesario hacer guerras para defender su pertenencia.
Incluso en época más reciente en el medio rural, sobre todo en las partes más secas de la península, los litigios concernientes a ella eran tratados por un tribunal especial llamado “Tribunal de las aguas”.
Pero no vamos en estas lineas a tratar de mostrar nuestra erudición porque sería además de una pedantería, una solemne estupidez, vamos pues a hablar de la gastronomía del agua porque lógicamente se trata de un asunto de máxima importancia en la coquinaria de cualquier parte del mundo y más de una zona tan rica en aguas como Galicia.
De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda que los cocineros de cierto nivel utilicen aguas envasadas para cocinar cuando lo hacen fuera de sus instalaciones y esto es debido a la diferencia de dureza de las aguas en según que punto de nuestra geografía se encuentren.
También es norma casi obligada dar a beber a los niños agua mineral cuando están fuera de casa, ya que si bien su organismo puede estar habituado a las cloraciones habituales de su municipio, el cambio de componentes residuales que se pueden encontrar al ingerir o tra diferente, les puede provocar trastornos intestinales.
Hay también quien también se está aficionando a tomar agua mineral como sustituto de bebidas alcohólicas o refrescantes, lo cual es costumbre sana siempre y cuando no pida que le pongan algunos cubitos de hielo ya que entonces la bebida por la que está pagando cerca de veinte duros, tiene todos los posibles gérmenes que pueda tener el agua del grifo del baño (que es gratuita).
Haciendo de nuevo referencia al hielo, queremos recordar lo que fue hace un par de años la máxima sofisticación (yo lo llamaría estupidez) en las discotecas de París: Hielo milenario, extraído de glaciares en el Polo Norte.
Pero tomando de nuevo el hilo de las cosas serias, ¿no va siendo ya tiempo de que las distintas administraciones, tanto locales como regionales, tomen cartas en el asunto de forma contundente sobre los distintos contaminadores de aguas fluviales y sobre todo de manantiales, fuentes y pozos?
Ya sabemos que no se trata de ningún contubernio entre los envasadores de aguas minerales y el gobierno, pero¿no tenemos derecho los ciudadanos a poder disfrutar como antaño del agua de tal o cual fuente, o poder jactarnos de que el agua de nuestro pozo es la mejor de la zona sin que la cuadra del vecino nos la infecte impunemente con sus residuos incontrolados?
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