Periodismo gastronómico
Podría empezar este articulo parafraseando al ínclito Fray Luis de León con aquello de "Deciamos ayer ..." pero yo no soy tan noble como aquel ilustre maestro, ni mis lectores son tan sutiles como aquellos letrados salmantinos que esperaban con anhelo las primeras frases de su profesor despues de su encarcelamiento.
Bien es cierto que tampoco he tenido que pasar por las vicisitudes de las rejas si no por un simple ostracismo, al que por otro lado ya suelo estar acostumbrado ya que siempre coincide con algunas elecciones.
Es curioso, cada vez que hay eleciones es como si cayese sobre mi cabeza una maldición laboral: nadie quiere que participe en sus publicaciones. ¡Y eso que solo escribo de gastronomía! Claro que este trabajo se puede hacer elogiando al comedor de turno al que te invitan para hacer una aséptica crónica comercial, o bien mojándose e implicándose en el asunto hasta el cuello si eres de los que aun piensa que la gastronomía asturiana es una de las mejores de España y que el nivel de nuestra hostelería apenas si encuentra rival en Guipuzcoa. Fijense que digo en Guipuzcoa, ni siquiera generalizo a todo el país vasco. ¿Pero entonces que es lo que ocurre aquí?
Pues sencillamente que a los medios de comunicación les importa un rábano la gastronomía, mientras los restaurantes pagen sus anuncios comerciales, la información les trae al pairo.
Me preguntaba el otro día una compañera de un medio madrileño que como se especializaba uno es gastronomía.
- Muy sencillo, le contesté, aprende a cocinar empezando de pinche para saber lo duro que es el oficio, cuando llegues a jefe de cocina, abres un negocio y luchas por conseguir las más altas calificaciones de las principales guías y revistas especializadas, así sabrás como es la relación con la crítica y podrás ser más ecuanime al enjuiciar; luego recorres los cien mejores restaurantes de tu región, los cien mejores de Españoles y los cien mejores de Europa, solo para adquirir parámetros de referencia, tanto de cocina como de sala, sobre los que poder establecer posteriormente tus propios criterios de calidad/precio; después realizas algunos cursos profesionales de analisis sensorial (cata) de vinos y alimentos y a partir de ahí ya solo tienes que aprender a transmitir tu opinión y lograr que algún medio esté interesado en publicar una información veráz.
- Pero eso, además de llevar un montón de años, d¡ebe costar una fortuna!, me respondió.
- Pues así es hija, por eso en los paises civilizados esta es una especialización muy considerada. También, con esas piernas tan bonitas, tienes otra vía más rápida, menos costosa, y bastante más rentable, pero de esa yo prefiero no hablarte, entre otras cosas porque es el camino más habitual.
Ya pasaron las elecciones y los principales clientes de los medios de comunicación, es decir los políticos, habrán quedado exhaustos y esquilmadas sus arcas, quizás ahora algún periodico se preocupe por la gastronomía, no en vano somos los principales anunciantes directos después de los coches y los bancos, aunque la verdad, estos están también más cerca de los políticos que de la economía ciudadana.
¿Podremos ahora contar a los lectortes asturianos que nuestra cocina es sin duda una de las tres mejores de España?
¿Podremos convencerles con argumentos veraces y pruebas concretas de que nuestra hostelería está a la cabeza del país?
¿Podremos hacer como en el país vasco, donde cada ciudadano es un reclamo publicitario que pregona por doquier las excelencias de su cocina?
Quizás, pero para eso hay que adquirir un cierto nivel de conocimiento y eso no se trasmite con una página de anuncios por mucho que en la cabecera diga: Guía gastronómica de Gijón, Oviedo o Asturias.
En mi última colaboración para esta revista les decía que si les gustaba a ustedes subvencionar una prensa que solo dedique su función a pelotillear al político que más subvenciones aporta, pues entonces estarían satisfechos porque les han dado ración extra, sin embargo si creen que el sector de la hostelería se merece algún respeto, aunque no sea más que por la burrada de dinero con que contribuimos cada año a las arcas públicas y de la prensa, entonces convendría ponerse un poco serios.
Hace unos diez años el presidente de la Agrupación de Restaurantes de Madrid dijo que era función de esa organización dignificar la profesión de la hostelería porque era paradógico que siendo uno de los sectores que más dinero mueve, que más puestos de trabajo genera y que más repercusión social tiene en la vida cotidiana, tuviesemos sin embargo esa sumisión ante los personajes politícos y los medios de comunicación como si viviesemos de ellos y no al contrario como en realidad ocurre. Allí ganamos la contienda después de la primera batalla, aquí aun ni se plantea la posibilidad de dar un puñetazo en la mesa.
En Euzkadi, un periodico que no dedique una buena parte de su información a los asuntos gastronómicos, ya sabe que poco tiene que hacer porque no va tener entrada en ningún bar, restaurante o cafetería. Así no es de extrañar que un cocinero vasco entre cada día en nuestros hogares, bares y cafeterías, haciendo propaganda descarada de la gastronomía de su tierra, es lógico y además digo: ¡bravo por él y sus colaboradores!
Lo que es menos lógico es que también ese mismo cocinero, u otro compañero, vasco también, sean quienes aparezcan en nuestros periodicos regionales contándonos lo bien que se come en Euskadi, sin hacer mención en una sola ocasión a Asturias, ya que ni se molestan en personalizar las recetas que vienen destinadas a nuestros periodicos.
¿Así esperan ustedes que los asturianos valoremos nuestra gastronomía?
En la última reunión de la guia BMW me preguntaban como Asturias podía tener ella sola más restaurantes recomendados que toda Galicia:
- Os aseguro que si hubiese mantenido a raja tabla el mismo criterio de selección para toda la región que me corresponde, en Galicia habría aun menos y en Asturias todavía más", contesté.
- ¿Como es posible entonces que la imagen de la hostelería asturiana no sea famosa en toda España?, me preguntó otro compañero.
- Muy sencillo, le contesté, porque el gobierno del Principado solo promomueve el turismo de mochila y los propios asturianos no saben la calidad de lo que tienen en su comunidad, y porque a pesar de tener fama de fanfarrones, sienten pudor al decir que su gastronomía es de las mejores de España, quizás por miedo a parecer paletos que solo valoran los chorizos de su pueblo.
Claro que si en nuestros propios periódicos vemos a un cocinero vasco diciendo que hasta los bocartes para ser buenos tienen que ser donostiarras, pues entonces apaga y vámonos.
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