EL MATÓ DE PEDRALBES
Butifarra con munchetas
Bisbe Català, 10.
Teléfono: 93 204 79 62
35 € | |
4 sobre 5 | |
Uf | |
V | |
Domingo noche |
Resulta un tanto atrevido asegurar que he descubierto mi restaurante favorito de Barcelona, porque una gran ciudad gastronómica como esta tiene miles de locales donde se puede comer de alucine (de hecho tenía que haber ido a escribir un reportaje a uno de esos que están de moda, pero a última hora, gracias a Dios, se torció el plan y caímos en esta deliciosa casa de comidas), pero es que me lo pasé como no lo hacía desde que comí en el Mas Pou, de Palau Sator, otra masía donde sirven patas de cerdo con caracoles, pollo con sepia y otras cochinadas de esas que me vuelven loco.
En esta ocasión habíamos ido a visitar el claustro del Palacio de Pedralbes, pero el comedor elegido por mi querido amigo, el poli doctor Fabré, estaba hasta la bandera porque era Domingo de Ramos, y Ana, la mujer de Jordi (a estos no les conocen ustedes, pero salen en la foto), tuvo la feliz idea de llamar al Mató, que estaba a dos pasos, así que allí nos plantamos.
Pasando por el pasillo que conduce a la terraza acristalada, pude fisgar la cocina que está a la vista (esto ya da buena espina) y, al ver como sacaban dos platos de boqueroncitos fritos que pedían a gritos echarles la zarpa, el cocinero (debía ser el dueño), le dijo al camarero: “Lleve inmediatamente este plato de boquerones a la mesa de este señor ¡Faltaría más que se quedase con el antojo!”.
A partir de ahí todo fue felicidad, hasta la carta de vinos, la única que he visto en Barcelona que respeta los precios hasta el extremo de encontrar marcas a menos de 10€ (hago esta reseña porque al día siguiente, tuve que ir a uno de esos restaurantes de desfile vajillas, y comprobé como había vinos cuyo precio estaba multiplicado por cinco ¡Hay que ser cretinos!).
No me atrevía pedir croquetas porque ya saben ustedes que esa es para mí la prueba del doctorado, pero sí lo hizo Reina, y puedo dar fe que son de las mejores que he probado en mi vida, con lo que el resto ya se pueden imaginar. Tortilla de alcachofas, chipirones con habitas, brandada de bacalao, butifarra con mongetes, bacalao a llauna, etc. De ensueño, solo nos faltaron unos caracoles que estaban comiendo en la mesa de al lado y que me dio corte pedir porque ya amenazaba con llevarme por delante la carta entera.
Para quién no conozca BCN, el barrio de Pedralbes es lo más mega chic del mundo, con palacios de esos que nadie se atreve a decir cuantos millones de euros pueden costar porque si un piso ya cuesta una fortuna, pues las masías modernistas ya se salen de madre.
A pesar de esto y de que el restaurante estaba muy cuidado (el comedor terraza es una gozada), los precios son tan moderados que no es fácil pagar más de cuarenta euros, y con un vino relativamente bueno, como fue el Jaume Serra Chardonnay fermentado en barrica. Eso con postres y todo, porque ir al Mató de Pedralbes y no probar el Mató de Pedralbes, pues suena mal.
Cada día me gusta mas la cocina catalana tradicional y me sacan más de quicio los cocineritos Versace que no saben ni lo que son los fesols de Santa Pau.
Lo malo es que, ahora me tocará ponerme a dieta rigurosa.