Mesón Sancho

Mucha gente se pregunta como semejante local, haciendo siempre lo mismo, puede seguir estando lleno todos los días del año, pero no solo a medio día, si no también por la noche, haga calor o caigan chuzos, gane el Sporting o el Oviedo, gobierne el PP o el PSOE y la respuesta de sus seguidores, entre los que lógicamente me incluyo, es siempre la misma: “Y que así sea por muchos años”.

“Es que hay joderse, lo bien que se come siempre” me decía Nuria la de La Corriquera que vivió varios años en Gijón y, como es lógico, también fue “fan” de esta diminuta casa.
Sus proporciones son casi milagrosas, de no verlo en acción, nadie podría creer que con semejante cocina se puedan dar tantas comidas, pero es que no se dejen atrás el comedor, porque meter una docena de mesas en apenas veinte metros cuadrados, no lo hacen ni los parisinos y eso que por aquellas latitudes, saben como sacar jugo a los locales.
Bien cierto es que a los gijoneses les encanta este ambiente informal.
No importa pagar lo mismo que en un comedor de lujo, pero si tiene manteles y servilletas de papel, parece como si les costase menos acudir en riadas a ese local. Cosas del caracter.
Yo no soy de ese parecer, creo que un comedor de lujo tiene grandes gastos que justifican ciertos precios y que un chigre no puede ni acercarse, sin embargo este sigue siendo uno de mis comedores favoritos porque la mano con que José asa en su parrilla, es insuperable.
Hasta sus tartas caseras me tientan, y eso que no soy llambión, pero es que saben a verdad.
Yo no perdono sus riñones y mollejas porque son los mejores del mundo, pero prueben también sus pescados porque José los borda.


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