Mejillones al vermú
Me ha llegado un pedido del vermú La Trucha cautiva, de Cangas de Narcea, una delicia, y se me ocurrió que el sabor ligeramente dulce del vino y su torrente de aromas, contrastaría bien con el saladito del agua de mar y los aromas frescos del apio, así que me puse manos a la obra.
El resultado era el esperado, aunque más espectacular, porque el caldito era para ponerle un piso, pero en el barrio de Salamanca.
Elaboración
El procedimiento no tiene ningún misterio. Lo más importante es limpiar bien los mejillones de impurezas y cuerdas de sujeción. Yo los rasco después con un estropajo metálico, quedan pulidos.
En una olla grande, lo suficiente como para recibir holgadamente el marisco, ponemos la mantequilla, ? limón en cachos, el apio bien picadito (es muy duro y apenas se va a cocer, pero está muy rico con la salsita), el vermú y la pimienta recién molida. Llevamos al fuego y, según rompe a hervir, echamos los mejillones y tapamos. Tardará unos minutos en desprender vapor, entonces abrimos y removemos. Si están todos, o casi todos abiertos, no hay que volver a llevarlos al fuego, porque cuanto más crudos, estarán más sabrosos y turgentes.
Es importante que los comensales estén esperando ya sentados, porque no se pueden recalentar. También hay que tener previsto el recipiente de servicio, como una ensaladera honda y bien grande, porque abultan y conviene poder desenvolverse pàra coger caldito con las propias conchas.
Maridajes
No soy partidarios de vinos fruteros, pero en este caso sí hay que recurrir a uno de ellos porque solo así tendremos un buen compañero de mejillonada. En una normal es conveniente un vino blanco joven y afrutado, pero aquí el aroma de vermú es una apisonadora, por lo que necesitamos esos floreros o fruteros que aún quedan en el mercado, sobre todo en Rueda. No doy marcas porque es peyorativo, pero todos conocemos esos mejunjes que sirven en los bares de Pucela.