Berberechos al ajillo

La primera vez que probé este plato fue en el restaurante Los Nogales de Santurio, cerca de Gijón, aunque mi amigo Miguel no usaba berberechos si no unas fastuosas almejas de Carril.
Tanto me gustó el plato, que lo comenté entre mis conocidos y, Marcelo Conrado, q.e.p.d., que tenía envidia hasta del hambre, puso a su cocinero de casa Conrado a probar a muerte. Al final salvó la vida porque el presupuesto se desmadró y Marcelo, que, si bien era envidioso, aún más era tacaño, y nunca supo como se hacía este delicioso plato, que, por otra parte, no tiene mayor misterio, aunque yo lo haya complicado un poco para adaptarlo a estos bichitos, porque mi presupuesto no da para almejas finas de cuchillo.

Elaboración 

Lo más latoso es revisar los berberechos ya que no importa tirar media docena, pero si dejamos uno malo, el plato entero irá a la basura. Para ello chocamos uno contra otro y, el que suene a hueco o se quede abierto, se descarta.
En la mise en plaçe cortamos un par de rodajas de limón, que luego partimos en ocho gajos y reservamos.
Picamos los ajos y reservamos.
En una olla baja, ponemos a calentar un fondillo de AOVE, añadimos los ajitos picados y, cuando empiecen a coger color, metemos los berberechos con los gajos de limón y media copita de fino.
Cuando empiece a salir vapor, con la propia olla, los hacemos saltar y destapamos para ver si están abiertos. Si no están todos, sacamos a un plato los que sí y el resto ya se irán abriendo poco a poco, aunque si hay alguno que no colabora, pues ahí se queda.

Maridajes
Este plato es tan ecléctico que hasta admite un tinto de acompañamiento. Por supuesto están los blancos gallegos, pero yo los disfruté con un burbujeante Bollinger, divino.