Carpaccio de pastrami
Obviamente esto no es un carpaccio porque la carne no está cruda, pero bueno, como la moda es llamar carpaccio a todo lo que se corta finito, aunque sean tomates, pues mi nombre es menos canalla que muchos de los que ofrecen en las cartas de los restaurantes modernillos. Es lo mismo que pasa con el tartar, que si se hace con atún o salmón, mientras no se llame steak tartar, pues vale, pero cuando se usa un vegetal como aguacate y lentejas, pues no, y el colmo ya es cuando se hace con frutas, lo que toda la vida se ha llamado macedonia.
En este caso he buscado una forma divertida de servir un rico pastrami, que obviamente no he marinado yo, porque se las trae. Había pensado en hacer una ensalada como la Ensalada de cabeza de jabalí con pepinillos, muy rica, aunque en la foto el pastrami no se vería, pero no la dejo caer en saco roto.
Elaboración
En realidad la receta consiste sencillamente en ordenar las lonchitas de pastrami en un plato frío, aliñarlo con un poco de AOVE, unas gotas de limón, y unas ralladuras de Parmigianno por encima.
¿Tonta? Sí, pero deliciosa, mi chica está aún relamiendo.
Maridajes
En Nueva York, donde son adoradores del pastrami, este suele acompañarse de un cocktail, desde un Martini, hasta un Mojito, pasando por el peligroso Negroni.
Yo no soy partidario de meter destilados en mis maridajes, y menos en este caso en que hay infinidad de vinos que puede hacer las delicias de un buen gourmet.
Desde luego, si yo pudiera, lo tomaría con un sabroso San Román ya que seguro que permite disfrutar de ese abanico de sabores primarios y de exquisita crianza con que se elabora. Claro que si nos piden que preparemos un menú para acompañarunas botellitas de Canaletto Montepulciano d’Abruzzo, pues este carpaccio nos dejará en órbita.