Receta de carne guisada
Obviamente este nombre es como un cajón de sastre, porque como tal podemos considerar desde un rimbombante Boeuf bourguignon, hasta una salvaje Carne o caldeiro, incluso un exótico Curry de albóndigas, un sofisticado Goulash a la húngara, un clásico Ossobuco, o si me apuran una Ternera asada en su jugo, o los sempiternos Estofados, pero cuando decimos solo “Carne guisada”, a mí la boca se me hace agua recordando las cocinas de carbón de los chigres asturianos, aquellos lugares mágicos donde el perfume de los guisos se mezclaba con las guadañas, madreñas, chorizos y supositorios de glicerina.
Yo no tengo ya esta cocina, la última quedó en la casa de Romillo y nunca olvidaré la de Castropol ¡Cuantos guisotes no prepararía en aquella hermosa casona! Pero la vida nos lleva a su capricho y, cuando uno es de los que prefiere ser junco a encina, pues más aún, así que ahora uso una estúpida placa vitrocerámica que se enciende y se apaga como si padeciese trastornos bipolares.
A pesar de todo y aunque no pueda buscar esos sabores profundos y mágicos que nos proporciona el fuego de leña, de vez en cuando ataco estas recetas populares que dan menos lata que freír un filete con patatas, salen más baratos y encima son más sanos.
Otro handicap son las putas verduras. ¿Como es posible que en un país tan grande y con tanto sol como España, importemos tomates de Holanda donde ni tienen tierra ni sol? Es grotesco, penoso y nuca volveré a probar aquellos guisotes que hacía mi madre con las hortalizas que recogía el jardinero al amanecer y que entraban en la cocina cubiertas con las gotas de rocío, desprendiendo tal perfume que el desayuno te sabía a huerto. Ay pena penita, pena, pena, que diría D. Antonio Quintero.
Pero basta de lamentos, porque este guiso estaba delicioso, aunque no pude mojar pan a gusto porque era la fiesta del trabajo, mi cumpleaños, y las tiendas estaban cerradas (la panadería de Salinas, como la mayoría, solo vende esos engendros con sabor a sebo).
La receta
En la foto verán una especia de guisantes, en realidad son alcaparras, una chorrada que se me ocurrió pero que no aporta nada interesante, igual que unos manojos de albahaca que tampoco noté que mejorasen la salsa, por eso no los indico en los ingredientes.
Ya sé que estas patatas fritas en tallarines resultan un tanto inconexas con un plato tan familiar, pero es que a mí me encanta y como me resultan tan fáciles de hacer como las tradicionales, pues no sé porqué he de renunciar. En la página de las Patatas fritas aconsejo que se hagan en aceite bien caliente, pero últimamente las pongo en aceite frío para que no salte y quedan de vicio.
Vinos Recomendados
Aunque este sea un pato de perfil humilde, lo cierto es que es uno de los pocos que admite un gran reserva, un clásico como el Viña Ardanza 2001, que estaba de espatarrar. Pero también podemos sacar vinos menos conocidos, como uno de Cigales, el Museum, o esa delicia de Toro llamado La Garona y que nos puede hacer pasar un momento inolvidable.