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Orejas charras de estudiante, con patatas a lo pobre.

Orejas charras de estudiante
 
Orejas charras de estudiante

Mieres a 11 de enero de 2019

INGREDIENTES 

· ½ kg de orejas ya precocinadas
· 2 cebolletas
· 6 diente de ajo
· ½ bote de pimientos de piquillo
· 4 raciones de patatas a lo pobre
· AOVE, pimienta, pimentón dulce y picante, sal, tomillo y vinagre de Jerez

No es que los salmantinos les comiesen las orejas a los señoritos estudiantes que venían a hacer lo propio desde lejanos orígenes durante los siglos XV, XVI y XVII (se abrió en el XIII y aún se mantiene viva, pero esos fueron sus siglos de esplendor, envidia de todas las cortes europeas), si no las que les daban de comer a ellos. Pobres como ratas, una oreja guisada era una forma de comer caliente y encima proteínas, todo un lujo, y a su alcance porque, dentro de la casquería porcina, este era, y sigue siendo, el corte más humilde.
Hoy día Salamanca tiene más turistas que estudiantes, y estos son gringos u otros guiris, con la bolsa bien cargada de dólares y la American Express en ristre, así que adiós orejas, pero en Zamora, que sigue siendo territorio charro, yo he comido unas tapas inolvidables en sus más castizos bares, así que no está todo perdido.
Lo de las 
Patatas a lo pobre fue un recurso de fortuna para un día en que Mieres tiritaba de frío (escribo bajo una manta, con anorak, bufanda y guantes, además de la calefacción a tope) y mi mujer dijo que no asomaba la gaita ni para cobrar, así que tuve que recurrir a medidas extremas. El resultado fue brutal.

Elaboración 
Partimos de orejas precocinadas y congeladas. Cuando hago un guiso, preparo una gran perola y, las que sobran, las congelo para otra vez, porque llevan su tiempo (pueden ver la forma en Garbanzos con oreja fresca.), luego están aún más ricas.
Mientras descongelan, preparamos el sofrito. Picamos la cebolla y los ajitos, y los ponemos a pochar a fuego fuerte. Cuando empiece a coger color, apagamos el fuego y rociamos con pimentón dulce (yo le pongo un poco de picante). Se rehoga y se sofoca con un chorrito de vinagre. En ese momento metemos los pimientos de piquillo y dejamos que se hagan despacito.

Mientras, cortamos las orejas al tamaño deseado y las añadimos al sofrito.
El guisote está listo, pero hay que preparar las Patatas a lo pobre. Como ya he dado la receta, pues no repito.

Cuando estén a punto, vertemos la oreja por encima y solo deben seguir en la sartén para servir bien caliente, o recalentar cuando vayamos a comer.  El plato es más basto que un puerco, pero está para invitar a una botellita de manzanilla al cocinero.

En la foto las he servido solas, tipo tapa, como si viene a comerlas Fray Luís de León el día que volvió a la facultad.


Maridaje

Fue un maridaje complicado de resolver, hasta que me vino la luz y lo vi todo muy claro: no había otro camino que el de la manzanilla de Sanlúcar bien fresquita.
Quién dice manzanilla dice fino de Jerez, pero este no debe ser demasiado potente, sino mejor uno de esos nuevos, más ligeritos y apropiados como vino de mesa, que a mí me encantan para acompañar todo un menú.

 

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