Anisakis frappé
Los nematodos son unos bichejos asquerosos que salen de los lugares más insospechados para arruinarte una comida, pero mira por donde, desde que la ministra Salgado les ha declarado la guerra a los anisakis, parece que ya empiezan a caerme bien.
Los de mi quinta luchamos contra una dictadura que nos imponía sus estúpidas costumbres sociales (ir a misa los domingos, vestir con decoro, llevar el pelito corto, guardar la vigilia de Cuaresma, hacer la mili, etc.), porque ellos habían ganado el trono a tiros, y en España todo quisqui tenía que hacer lo que a ellos les cantasen sus ...
Gracias a Dios, y a una oportuna gripe, aquella pesadilla acabó hace más de treinta años y los más ácratas pensamos que ya podríamos fumar canutos a nuestras anchas, leer el libro rojo de Mao en español de España, comer steack tartar el viernes santo y celebrar tenidas masónicas en la basílica del Pilar.
Freud nos aconsejó “Matad a la madre”, Jung fue más allá pidiendo “Matad también al padre”, y, años más tarde, otro notable pensador, Árturo Pardos, el de la Gastroteca, remató la trilogía con su grito de “Matad también a vuestros hijos”, así que los matamos a todos.
Al fin éramos hombres libres. Aquella generación perdida de la transición que pregonaba “Vivamos de nuestros padres hasta que podamos vivir de nuestros hijos”, al fin era libre. Ni los curas, ni los militares, ni el resto de poderes fácticos que habían estrangulado a millones de españoles durante cinco siglos, podían ahogar ya nuestra alegría libertaria.
¿Libres? Y un huevo. Pero un huevo ¡de avión! que son los más grandes.
¡Qué vergüenza! No solo perdimos la guerra de los porros, sino que ahora ya ni nos dejan fumar Celtas a la puerta del cine. Por beberte unas cañitas, te pueden arruinar la vida retirándote el carné de conducir, y ahora, para colmo, hasta nos quieren prohibir comer boquerones en vinagre ¿Para esto hicimos la revolución?
Pero bueno Dª Elena, entiendo que quiera ser usted la inquilina más sana del cementerio y que se alimente solo de brotes de soja, pero déjenos morir al resto de los españolitos de la forma que elijamos, fumando un Punch, gozando de un Cirsion, o descagándonos por habernos puesto ciegos de tartar de lubina, aunque las que se pescan en Asturias, le aseguro que están sanísimas y si hay algún gusanito, pues peor para él.
¿No le parece más peligroso que estemos engullendo sin conocimiento y con su beneplácito, ingentes cantidades de caseína, polialcoholes, grasas saturadas y demás venenos que nos obstruyen venas y arterias con placas de ateroma, provocando miles de muertes por patologías derivadas de la arteriosclerosis.
Ya que es usted Ministra de Sanidad ¿Porqué no consulta usted algún médico? Pero no al Dr. House, o a esos que tiene en nómina para justificar sus atropellos a los derechos y libertades de los contribuyentes, sino a los que saben de qué hablan, como Dr. Jesús Bernardo, el de la Dieta del Cantábrico, verá qué risa.
Sra. Salgado ¿Seguro que nació usted en Orense y no en El Ferrol? porque me río yo del Caudillo. A su lado, el Invicto, era un pusilánime.
¿Recuerda usted aquella película de Saura titulada Pipermint Frappe? Pues tómese usted un Anisakis frappé, que suena un tanto exótico, como a griego (y no va con segundas), que yo seguiré gozando de los Montecristo del Nº2, del Napoléon de Courvoisier y de mis ceviches de salmonete de Avilés, que de gusanitos, ná de ná. Y si los tienen, por lo menos no son de bolsa, que eso sí que matan..., de asco.