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Trastornos por Sobreprotección Parental (THP)

 

Agosto 2009

De etiología totalmente diferente al API (Trastorno de la Agresividad por Inseguridad (síndrome API) ), pero casi ligado a este conflicto, encontramos en esta sociedad del siglo XXI, con una inmensa nube de estos individuos que antaño eran excepción, lo que durante el siglo XX se conocía como el Conflicto del Hijo Único.

Un mal entendido celo por el bien estar del niño, deriva en una conducta hiperprotectora que no solo coarta la libertad del individuo en desarrollo, si no que hasta lo discrimina socialmente, como les sucedía en nuestra infancia a aquellos “nenes de mamá”, que apenas si jugaban con el resto de los chavales porque eran temerosos de cualquier contacto que no fuese el de los brazos de su madre.
De aquellos comportamientos se derivaron muchas conductas afeminadas que derivaron en verdaderas homosexualidades y hasta en aberraciones sexuales de carácter patológico.
La situación actual es mucho más grave porque el porcentaje de hijos únicos es elevadísimo. Ya es la norma y así, en un colegio de clase media, el perfil del alumnado está compuesto principalmente de hijos únicos, incluso con un elevado porcentaje de hijos de padres separados, otro conflicto añadido y que suele reforzar aún más ese problema de mimos, de consentimientos, de caprichos caros, porque cada progenitor quiere ser visto por el niño como “El bueno de la película”.
Al ser este un comportamiento antinatural, no podemos comprobar lo que sucedería en estos casos desde el prisma zoológico, pero sí afirmar que, al tratarse de un fenómeno tan nuevo (no se había dado a lo largo de tola historia de la Humanidad hasta hace menos de medio siglo, lo que antropológicamente quiere decir que está en fase embrionaria), desconocemos el comportamiento que esta nueva “raza” va a desarrollar, ya que, hasta ahora, se trataba de casos aislados, que incluso buscaban remedios para auto superar esa educación, que consideraban como una minusvalía.
Sin embargo hoy son legión, son mayoría social y, lejos de renegar y superar su problema, los propios individuos ya lo consideran como que es así, su sociedad es así, y solo existen sus derechos por encima de todo, sus caprichos, sus manías, sus debilidades, su aislamiento.
Cada vez que veo el comportamiento huraño de mis sobrinos, recuerdo el regocijo y la fiesta que hacía cada vez que alguna tía venía a visitarnos. Era tal la necesidad de cariño que sentía que, aunque supiese que esta era una arpía, como mi tía Marina, yo corría a besarla y hacerle cariños porque mi corazón saltaba de alegría. Hoy, los niños están tan ahítos de afecto, que desprecian las muestras de cariño que les llegan de cualquier parte, incluso de personas tan afectuosas como los padrinos, que pueden ahorrar buena parte de su sueldo, para comprar caprichos a sus sobrinos, a los que tiene que conquistar durante horas para que le hagan un pajolero caso. 

Situaciones de la vida real. 

Acabo de llegar de hacer mi paseo terapéutico por la playa y he sido testigo de dos situaciones que en sí resultaban cómicas, salvo porque encerraban una verdadera tragedia.
Había una pareja de jóvenes jugando a la pelota en la orilla.
Unos metros más allá, en la arena, una señora vociferaba absolutamente histérica que no se metiese tanto, mientras que a cada poco la chavala le respondía que el agua, que estaba en calma chicha, apenas les llegaba por la rodilla.
Tan vergonzosa era la situación, que al final los dos jóvenes salieron del agua para no seguir con el bochornoso espectáculo.
Rápidamente la señora fue a buscar crema protectora para darle a su niño por la espalda mientras este intentaba jugar a las palas con su novia, que miraba con asco a su futura suegra, pensando en como sería el resto de su vida.
Antes de empezar a pasear, mientras extendía la toalla y me ponía el protector solar, en la otra punta de la playa (la playa de Salinas tiene tres kilómetros de largo y por tanto hay zonas muy diferenciadas, aptas o no para el baño, en función de las corrientes ya que está muy abierta al mar), junto a mí, había una pareja de jóvenes. Ella se tostaba al sol, mientras que él, rumiaba apaciblemente una bolsa de gominolas, aislado del mundo gracias a sus auriculares de iPod.
Semejante estampa sería muy relajante, incluso bucólica, salvo por el detalle de que el hombre no es un animal rumiante, por lo que, semejante comportamiento en un ser humano, no es natural.
No voy a extenderme sobre la cara de imbécil de aquel individuo, tan solo decirles que lo más parecido que he visto a su expresión, es la de los pobres internos de los centros de salud mental, antes llamados manicomios, que viven felices en su insondable mundo, mientras una piadosa enfermera les seca las babas que caen sobre su babero.
De vuelta a mi toalla, escuché por la megafonía que, debido al brusco cambio de estado de la mar, la bandera de la zona de los Gauzones, pasaba de amarilla a roja, por lo que en este lugar se prohibía temporalmente el baño, momento en que nuestro héroe, se levantó con su barriguita llena de gominolas y fue a bañarse.
Yo le observé con la sana intención de ver como, al paso de una de las fuertes olas que estaban levantándose, solo quedase flotando la gorrita, porque era de esos que no se destocan ni en el retrete, pero no, afortunadamente para los guarda costas, solo se mojó los pies, observó hasta qué punto aquello burbujeante era agua de mar, y volvió a su redil, a su dulce rumia.
Ayer, durante mi segundo paseo terapéutico, al atardecer, me acerqué hasta la que, por razones obvias, llamamos la zona del Naútico.
Les aseguro que el espectáculo era dantesco, un verdadero basurero, apenas quedaba un metro sin alguna inmundicia. Gaviotas disputándose y destrozando las bolsas de basura para desparramar su contenido por la blanca arena, botellas de alcohol para hacer botellones, latas de cerveza y refrescos, envoltorios de snacks, en fin, un estercolero.
¿Podemos hablar de un caso de la Teoría de los cristales rotos que citamos en el Síndrome de Negación de la Jerarquía (SNJ) ?
No, tajantemente no, porque cuando esos energúmenos llegan a la playa, la arena está tan limpia como pueden aprecia en la foto de la derecha.
La causa de esta conducta vandálica está en este THP, porque esos salvajes están acostumbrados a que su mamá les perdone todas conductas incívicas que suelen a practicar, yendo detrás de su niño, recogiendo esa basuras que tira con desprecio, incluso por la casa, no digamos ya en la calle.
Cierto día, llamé a la Policía Municipal porque, en nuestro pequeño y coqueto pueblín, todo está en orden (hasta los gitanos procuran comportarse), y así queremos que siga, pero había un grupito de cretinos (no se les puede tan siquiera llamar gamberros), sentados en un banco junto a una papelera, literalmente rodeados de inmundicias, de los envoltorios, latas y botellas, que estaban consumiendo y que tiraban al suelo como algo natural.
Obviamente no me hicieron ni pajolero caso, pero si hubiesen detenido a esos mierdas y reclamado a sus padres los mil euros que cuesta llevar un equipo de limpieza para recoger sus basuras, quizás algo hubiese cambiado. Eso o exigir a las respectivas mamás que dejasen la acera tan inmaculada como la encontraron sus crías cuando empezaron la fiesta.

Derivaciones patológicas de este tipo de comportamientos 

En algunos casos como los que he citado, se me ha ocurrido intervenir e interpelar a esta gentuza, ventajas de pesar 140Kg. y ser 2º Dan de Kárate.
La reacción fue realmente sorprendente, porque estos individuos, cuando crean un grupo de análogos, suelen sentirse fuertes y agresivos (casi todos padecen también del síndrome API) , pero en aquellos casos (tampoco soy tan idiota como para meterme con un grupo de diez gigantes veinteañeros), su respuesta fue de sorpresa, de absoluto asombro, como si aquello fuese algo totalmente nuevo, casi extraterrestre y apenas balbucearon algo así como que ya vendrían los servicios de limpieza, que para eso sus padres pagan impuestos.
Quiero con ello decir que hasta podríamos estudiar este comportamiento independientemente de su aspecto incívico, porque lo cierto es que, en el ambiente que se han criado, eso es tan natural como defecar al aire libre en un yanomami.
Obviamente, el primer conflicto que se plantea es de índole social, pero esto a nosotros no nos compete, si no a las autoridades que administran nuestros impuestos, porque este comportamiento provoca un gasto público alarmante.
Desde un aspecto puramente psicológico, lo que vemos es como estos individuos, desarrollan una personalidad casi autista, totalmente desvinculada con la sociedad que les rodea, carente de relaciones afectivas, incluso en las relaciones de pareja, en las que, generalmente las muchachas, son tratadas como objetos sin alma.
Suelen buscar otros individuos similares para formar grupos en los que sentirse seguros y desvinculados con el entorno familiar, al que recurren tan solo como un derecho de asilo, de mantenimiento de su estatus, pero por el que no sienten el menor compromiso ni afecto.
Semejante aberración nos induce a pensar que su apatía les llevará a huir de compromisos tales como el matrimonio, tener descendencia, cuidar de sus progenitores cuando estos sean ancianos, etc.
Ya estamos viendo los primeros casos, porque ya hay muchos individuos adultos, nacidos en los años setenta y ochenta, que vivieron esta educación y que ya podemos analizar como efectivamente se comportan como era previsible.
En el caso del matrimonio es un hecho dramático comprobar el porcentaje de fracasos, con unas consecuencias que solo se entienden una vez dentro de la situación.
En el de los hijos, es obvio que España se está repoblando gracias a los inmigrantes que, en la segunda década del siglo, serán ya mayoría, con consecuencias sociales que no compete a este estudio, pero que no dejan de ser preocupantes.
Pero es en el caso de la falta de atención a los ancianos donde se van a vivir escenas de verdadera tragedia, ya que la deshumanización y egoísmo absoluto de estos individuos, les llevará a chupar hasta el último euro que puedan de sus padres y, cuando esté exhaustos, los dejarán tirados al asilo de un Estado, que ya veremos si puede hacerse cargo de semejante costo.
Escrito por el (actualizado: 14/12/2013)