Restaurante sidrería El Pigüeña

Lo primero que nos dijo Toni cuando nos presentamos con focos y aparejos fue: “Yo no hago nada si no es en conjunto con todas las sidrerías de la calle Gascona”. Cuando le dijimos que era completamente gratis y sin compromisos, ya cambió el talante y hasta quiso invitarnos a comer, aún así, decídimos hablar solo del “Boulevard de la Sidra”.

Fue un invento más o menos simpático o esperpentico, según se mire, pero que ha triunfado espectacularmente.
Oviedo era una ciudad poco sidrera, cada vez menos porque a los señoritos no les gusta que les chisquen, pero unos cuantos chigreros de la calle Gascona decidieron unirse y promocionar conjuntamente lo que dieron en llamar “El Boulevard de la Sidra” y hoy es el centro neuralgico de los sidreros de todo el Principado.
Miles de litros se escancian a diario y a cualquier hora del día, lo que convierte este pequeño barrio en un espectáculo turístico tipo Plaka de Atenas, Montmartre de París o Sierpes de Sevilla.
Para los buenos bebedores no es precísamente un paraíso, porque compran sidra a precio y no por calidad, pero para los que prefieren movida, el sitio es una bomba, porque además, se liga ... y mucho ... y bueno.
Gastronómicamente ya se pueden imaginar, que si en las sidrerías de mas calidad, la oferta culinaria no es ninguna maravilla, pues aquí no merece la pena ni esforzarse por buscar el mejor sitio.
Unas parrochas, una rueda de bonito o un poco de Cabrales sirven para asentar el estómago y mojar la sidra.

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