Restaurante Al Son del Indiano

Paulino es todo un personaje literario, una de esas personas sobre las que apetece escribir una novela costumbrista, anarquista y esquizofrénica, de hecho como él bien dice: “En esta casa, desde que yo no cocino, se come maravillosamente”.

A pesar de estar en pleno corazón de las brañas vaqueiras, la nueva carretera permite llegar a Malleza con relativa facilidad, por lo que no resulta ninguna temeridad hacer una escapadina ese día tonto que estamos hasta el moño de resolver problemas y escuchar los ruidos de la obra que están haciendo junto a la oficina.
Malleza es un remanso de paz, un asilo de indianos, un lugar mágico en que no se sabe a ciencia cierta si los vaqueiros eran judíos, moros, masones o qué demonios, pero desde luego tenían buen ojo a la hora de buscar sus emplazamientos porque aquí el suelo habla, la tierra nos pide respeto y a cambio nos pone el cuerpo a tono.
Y en el interior de este comedor, antes burdel y botica (fíjense si eran finos los antepasados), seguirermos viviendo esa misma sensación, nos sentiremos señores de lazo y cuello duro y echaremos de menos lo que se perdió en Cuba, mientras saboreamos un magnífico ron agrícola.
Y encima se come bien, sin estridencias, pero en esa linea de cocina de autor que, bien entendida, puede resultar tan agradable como los suaves montes vaqueiros, o como esa deliciosa espuma de tiramisú, ya todo un clásico de su carta ¡fascinante!


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