Ensalada de pepinos con tomates secos
Cuando un país que tiene miles de toneladas de excelentes de tomate que se tiran por las carreteras para exigir ayudas al Gobierno, pero sus agricultores no son capaces de contratar, ni tan siquiera escuchar, a voces cualificadas para buscar soluciones que no sean subvenciones limosneras (hay regiones que cultivan tomates incomibles solo para tirarlos, como los de la Tomatina de Buñol, que se crían en Cáceres solo con este fin), pues uno, que ya tiene la voz ronca de ofrecer ideas, solo puede decir: Butifarra (es una expresión catalana que suena menos grave que la castellana).
Los Pomodori secchi son una delicatessen por la que en España pagamos 12€ el tarrito de 250grs, un verdadero escarnio porque en Italia se encuentran a 5€ la lata de a kilo, pero una vergüenza si contamos con que en Murcia podrían producirse a menos de la mitad y exportarlos medio mundo, como hacen los de Cascina San Cassiano, en Alba, el frío valle de Asti, al norte de Génova, o sea que es fácil deducir que no los cultivan allí sino que los elaborarán en Calábria o Sicilia y estos listos ponen el tarrito y el nombre.
Si no estuviese ya cansado de bregar con esos indolentes y deshonestos campesinos que solo piensan en las subvenciones, pondrían una fábrica de tomates secos, aunque solo fuesen para mis amigotes.
La receta
Cuesta trabajo imaginar el sabor integrado de estos productos, porque es una verdadera bomba, de tal complejidad, que hasta aconsejo hacer pequeñas cantidades porque nos sentiremos extasiados, pero también saturados al cabo de tres o cuatro bocados.
Por lo demás no hay mucho que contar porque basta con cortar los pepinos con un loncheador, picar los tomates secos, las aceitunas negras y la albahaca, rociar con el aliño y rematar espolvoreando un poco de Parmesano sobre la ensalada.
El aliño admite una variante que es pasar unas lonchitas de tocino de jamón ibérico por la sartén.
En un bol ponemos la copita de agraz, un buen chorro de aceite de oliva virgen extra de prensa en frío, la sal y la pimienta. Batimos con un tenedor o varillas y añadimos los torreznillos, removiendo bien para integrarlos en la salsa. Con esto rociamos la ensalada, aunque también podemos añadir a este aliño las hojas de albahaca fresca picadas.
He explicado que, a diferencia de las ensaladas aliñadas con vinagre que son un verdugo para cualquier tinto, cuando ponemos agraz suceden lo contrario, de modo que, como esta ensaladita será una guarnición de un pescado a la plancha o alguna carne asada, pues el vino elegido con el plato principal funcionará perfectamente, aunque sea un reserva de la Ribera del Duero, con el gran Museum Real, que es de Cigales, donde hacen los mejores reservas la Ribera, al menos en relación calidad/precio (a ver si los pesaditos de la D.O. espabilan)