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XVI Jornadas de setas Torres

 

Un año más y van dieciséis, bodegas Miguel Torres ha organizado sus ya clásicas jornadas de setas en el Berguedá, pero con la diferencia de que este año sí hubo setas, a pesar de que en el Pirineo ha llovido muy poco, como dicen los berguedanos: “Llueve en la costa, donde no saben aprovecharla ¡qué desperdicio!”

Mikel Márquez, alma del evento, hizo sus demostraciones culinarias en plena naturaleza (pueden verle en la foto), pero este año nos deslumbró con un plato de Huevos de Rey (Amanita Cesarea) con virutas de hígado de pato, como nunca había logrado.
No sé de donde estarán sacando esta codiciada seta, pero Cataluña está invadida, desde el mercado de la Boquería, hasta los puestos ambulantes de carretera que abunda en los fines de semana (yo me compré una caja con la que pienso emular el plato del restaurante Sala; si me sale, ya les daré la receta).
Este año no hubo gamberrada de los Garbanzos Negros, organización criminal que suele montar siempre follones en el ayuntamiento de Berga, pero que este año, por respeto a los lamentables incidentes allí ocurridos durante sus fiestas, pues decidimos contenernos. Por eso y porque nos avisaron de que nos iban a partir la cara si hacíamos alguna de las nuestras, con razón, claro.
También nos pidió Mikel que transmitiésemos el mensaje de la limpieza de los bosques. Es cierto, el problema es grave. Aquel chiste derivado de una campaña de publicidad franquista que decía: “Cuando el bosque se quema, algo suyo se quema ..., señor conde” ya debe quedar en el cajón, porque España está muy chamuscada y debemos citar aquel hermoso mensaje que nos recordaba que la Naturaleza es una herencia que hemos recibido de nuestros antepasados para legársela a nuestros descendientes, no para machacarla en una generación.
Pasear por aquellos pinares era una delicia, pero encontrar una lavadora en una cuneta, es desolador.
Nuestros padres nos enseñaron a ser limpios, a no tirar papeles al suelo, a usar papeleras, cuando era un triunfo encontrar una. Ahora que las hay por doquier, vemos como estos niñatos que se tildan de ecologistas, tiran por la calle los envoltorios de las patatas fritas que acaban de comer, como si viviesen en un vertedero. Valiente gentuza estamos formando y todavía hay mamás que dicen: “Es que si le riño, el niño no me va a querer”. Claro que como solo saben comer pienso y jugar a la Play Station, pues poco les importa que se pierdan las setas o que se achicharren los árboles por haber tirado una botella o una colilla sobre un montón de agujas de pino.
Mikel ha entablado una cruzada en favor de la limpieza de nuestros bosques y esta es mi pequeña colaboración, pero sería bueno que la Administración se ganase su sueldo, e impusiera como trabajos forzados una semanita de limpieza a esos marranos que tiran sus basuras por doquier, pero eso sucede en los países civilizados, aquí solo hay leyes para defender a los delincuentes.
Buenas setas hubo este año, así que anima esa cara amigo Mikel, que no hay mal que cien años dure, ni alcalde que los aguante.
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