La Gastronomía: piedra angular del turismo en Asturias
Parece que las preclaras mentes que dirigen los destinos del Principado de Asturias han llegado a la conclusión de que el turismo es una de las principales fuentes de ingresos de esta heroica comunidad, lo cual es de agradecer teniendo en cuenta el agotador trabajo que los políticos tienen que realizar entre campaña y campaña para preparar las siguientes elecciones.
Falta por dilucidar si a partir de ahora van a seguir vendiendo la imagen de turismo excursionista que tan excelentes resultados dió durante el régimen socialista, o si por el contrario van a retomar la belicosa imagen de don Pelayo para atraer a nuestros templos a los cada vez más florecientes adalides del catolicismo visigótico europeo.
Con los mochileros se consiguió masificar hasta la esquilmación lugares tan excelsos como El Cares, Los Lagos de Enol, las playas de Llanes, Muniellos o Somiedo, quizás blandiendo espadas y estandartes medievales se puedan reconquistar esos santos lugares y devolverles la paz perdida.
Yo personalmente lo dudo, entre otras cosas porque hoy día los genocidios están políticamente muy mal vistos.
Quizás una solución alternativa se encuentre en la gastronomía ya que en estas tierras disponemos de una tradición coquinaria con tanto renombre como la de matar moros, pero indudablemente más incruenta. Pero claro, eso presupone cultura y en este asunto, con la Iglesia hemos topado.
Asturias tiene una riquísima geografía culinaria, desde su popular y prolífica cocina marinera, hasta la mas esotérica y restringida, guardada celosamente por la tradición vaqueira, hoy día casi desconocida.
Tenemos sin duda el más variado y extenso surtido de quesos de España y probablemente de Europa, riqueza que salvo el polémico Cabrales, apenas si se conoce no solo en el resto del país, si no, y esto es lo peor, por parte de muchos hosteleros que en sus cartas solo ofrecen esos bodrios calificados como "tipo manchego".
La chispeante sidra, que invita a mover la imaginación de los cocineros para crear sabrosos platos con que deslumbrar a los paladares más exigentes, el contundente recetario de guisos donde la fabada es un verdadero estandarte de la cocina española en el mundo entero, los multiples derivados de la matanza, los platos ribereños donde anguilas, truchas, reos y salmones no tienen rival cualitativo, luminosas ensaladas en que brillan con luz propia las perfumadas hortalizas que aun se logran en las escasas huertas autóctonas y un sinfín de exquisiteces que bien pueden servir de reclamo para esos miles de turistas que esperan el despertar de nuestra gastronomía.
Hasta ahora quizás bastase con vender pimientos del Piquillo rellenos de surimi, Fletán al Albariño, Cordero argentino al sucedáneo de ajo, Chipirones árticos al aceite rancio de freidora o el Surtido de helados de la multinacional que regale más congeladores, total para los mochileros tampoco hacía falta esforzarse mucho porque ya traían ellos los bocatas de mortadela.
A partir de ahora convendría recordar que si los vascos lograron promocionar su turismo en base a su gastronomía, desde luego no lo hicieron vendiendo langostinos mauritanos, calamares congelados o pescadillas francesas.
Tampoco alcanzaron la fama falsificando fabadas, paellas, gazpachos o lacónes con grelos. Es imprescindible tener muy presente que la gastronomía es una de las expresiones culturales más evidentes y puntuales de una región y a pesar de la invasión "Arguiñana" con que nos bombardean los medios de comunicación asturianos, impresentable escaparate de nuestra identidad, lo cierto es que Asturias cuenta con cocineros creativos, eficientes y cada vez mejor preparados para recuperar ese extenso recetario que durante siglos fuera la envidia del resto de España.
Claro que hace falta algo de apoyo y exaltación de esos genios dormidos o sumidos en el desaliento que provoca la desidia con que la administración y los medios de comunicación relegan a la gastronomía a un plano casi suburbano.
Debe ser muy agradable para los responsables económicos de la administración pública y de los periódicos ver como las arcas salvan sus presupuestos gracias a los dividendos que proporciona la hostelería, pero para los cocineros que vemos como a pesar de nuestros esfuerzos no podemos llegar a final de mes porque las ayudas se destinan a promocionar proyectos irracionales, a acallar líderes sindicales, a sufragar las perdidas de las instalaciones hosteleras estatales y a otras fechorías por el estilo, la situación es de lo menos gratificante.
Hay que ser un poco más serios. La gastronomía ha de ser la piedra angular sobre la que descanse la promoción turística asturiana y desde luego publicando las recetas del simpático Karlitos o dando chupitos de aguardiente alemán en el hotel de la Reconquista, así no se fomenta nuestra cultura gastronómica.