Comer en El Camino de Santiago 2010
Diciembre 2009
El 25 de Julio de este año 2010, Deo volente, caerá en domingo, lo que significa que estamos en Año Santo Jacobeo, con el importante agravante que no habrá otro hasta el año 2021, por aquello de que los años bisiestos provocan que esta festividad se dé con una cadencia de 6-5-6 y 11 años; vamos, que doy por hecho que, al menos para mí, este será el último Jacobeo.
En otros trabajos anteriormente publicados como La Gastronomía en el Camino de Santiago, Lugo en el Camino de Santiago, o Los vinos del Camino de Santiago, derroché mucha tinta y erudición con el bendito fin de aclarar algunos conceptos elementales, como que hubo dos Caminos, uno el “Religioso” o “Medieval”, que concluyó el siglo XV, y otro el “Cultural” o “Actual”, que se inició a finales del siglo XX (en 1987, el Consejo de Europa declaró El Camino de Santiago como Primer Itinerario Cultural Europeo y, a partir de ese momento se reiniciaron las peregrinaciones masivas).
Esto, que a simple vista tiene poco que ver con la gastronomía, supone una gran piedra contra la que se estrellan una y otra vez esos pseudogastrónomos que se permiten el lujo de opinar sin molestarse en abrir un simple libro, porque si hablamos del camino “Actual”, los peregrinos se alimentan principalmente de barritas energéticas, pizzas, spaghetti, hamburguesas, sándwiches, baguettes, etc., y beben Coca-Cola, bebidas isotónicas, y algunas cervezas al final de la jornada. Por el contrario si hablamos de el Camino Medieval, hay que descartar todos los productos que nos llegaron del Nuevo Mundo, léase: patatas, judías, tomates, pimiento, pimentón, chocolate, etc.
Sin embargo ustedes verán cientos de artículos, webs, blogs, incluso libros, que glosan El Camino de Santiago como un itinerario gastronómico, hablando de las pochas de Navarra, las Patatas a la Riojana, los Ajoarrieros castellanos y, como no, el Caldo gallego.
Yo me doy ya por rendido.
Llevo veinte años luchando contra gigantes que no son molinos, sino cretinos, o peor, sinvergüenzas que no tienen el menor reparo en escribir y opinar de asuntos sobre los que ni se han molestado en estudiar una tarde. Lo malo es que son estos caraduras quienes chupan las subvenciones de las respectivas administraciones implicadas, porque queda muy mono glosar las famosas Patatas con chorizo como Plato de peregrinos, aunque en España nadie probase tal guiso hasta que Napoléon demostró que las patatas se podían comer.
Es una lástima, porque El Camino de Santiago es una verdadera mina para quienes trabajamos en antropología gastronómica.
Gracias a este hilo conductor, Europa se vertebró culturalmente durante la Edad Media, y se crearon costumbres gastronómicas que aún hoy perduran, como es el consumo de los aguardientes o destilados ¡fíjense qué filón documental para dar a conocer al mundo el origen del Cognac, el Whisky, las Grappas, o el Vodka!
Toda la cultura castellana de los asados, cuyo origen se puede situar claramente en esa época ya que a ese tipo de horno se les conoce como “Mozárabes”, podría promocionarse mediante este hito cultural único en el mundo, que mueve ya cientos de miles de personas cada años, y no digamos ya cuando es jubilar.
Hay una tradición chacinera que se vio eclipsada por la invasión masiva del pimentón, pero sobre la que se puede estudiar para recuperar una gran variedad de productos que harían las delicias de miles de personas, como sucede en Cataluña, donde, sin saber muy bien porqué, esta especia apenas hizo huella y así se mantienen vivos esos deliciosos buls, butifarras, camaiots y demás tentaciones con que me regalo cada vez que visito a mi querido amigo el Dr. Fabré, asesor oficial de esta web en materia de gastronomía catalana.
En fin...
Y tengo que hacer una cariñosa mención especial a las autoridades de mi tierra, Asturias, cuna del Camino de Santiago, ya que fue Alfonso II El Casto quién organizó todo este asunto, porque todavía no han sido capaces de comprender la importancia turística que supone este invento, un imán que podría convertir nuestra tierrina durante el presente año, en un verdadero filón de euros, más aún teniendo en cuenta que, por primera en la historia, se van a exponer juntas las dos únicas Sábanas Santas, la de Turín con la Oviedo. Pero bueno, como siguen pensando que esto es cosa de curas, pues sigamos llorando por la crisis.
Decía Tagore: “Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.” Es una pena que no dijese nada acerca de lo que sucede cuando los imbéciles nos meten sus sucios y corrompidos dedos en los ojos.
El Camino de Santiago, como itinerario gastronómico
Dicho lo dicho, otro asunto muy distinto es que usemos El Camino de Santiago como disculpa para hacer una tournée gastronómica, lo cual no es nada desdeñable, porque podríamos afirmar que, salvo las cocinas meridionales, podemos conocer las mejores mesas del reino.
Así pues vamos a recorrer el Camino de Santiago gastronómico, que no tiene nada que ver con peregrinaciones, devoción, deporte, ni ninguna de esas buenas intenciones. Aquí vamos a ponernos las botas, eso sí, con conocimiento de causa, probando en cada punto, aquellos guisos y productos tradicionales de esa región, lo que nos dará una visión global de la cocina del noroeste español.
El Primer Camino
Sin entrar en detalles históricos y aceptando la versión oficial de la Iglesia, en el año 812, el rey Alfonso II el Casto viajó desde Oviedo (capital del Reino), hasta lo que después se llamaría Santiago de Compostela (era una aldea llamada Amaea de la diócesis de Iria Flavia), siendo por tanto su corte, los primeros peregrinos jacobeos.
No está claro cual fue su itinerario, aunque, teniendo en cuenta el clima y la orografía, se puede pensar que irían por la costa hasta la Mariña lucense, y de ahí subirían por el valle de Mondoñedo hasta la meseta.
En cualquier caso y para el tema que nos concierne, da igual que fuese por Luarca que por Tineo, ya que la gastronomía asturiana hoy día es tan exquisita sea cual fuere el lado por el que se mire.
Decía un refrán medieval: “Quién visita Santiago y no San Salvador, venera al criado y desprecia al Señor”. Dicho esto, está claro que hay que recrearse en la gastronomía ovetense.
Personalmente, y aunque Oviedo es una ciudad muy coqueta y bulliciosa, yo prefiero el campo, y teniendo en cuenta la red de autopistas de que disfrutamos en el principado, pues podemos situar nuestro campamento en cualquier hotel rural y desplazarse a cualquier punto en pocos minutos (pueden ver la oferta en Casonas).
Teniendo en cuenta que Asturias ofrece actualmente la mejor oferta gastronómica de España, sería una locura meterme a describir esta, pero pueden ver los mejores comedores pinchando en Restaurantes por zonas, donde podrán elegir entre sidrerías, cocina de autor, casa de comidas, comedores clásicos, etc.
Una vez agotado el tiempo destinado a este periplo, pasaremos a Galicia por el Puente de los Santos, sobre la ría del Eo, y entraremos en Lugo, Galicia profunda.
En la costa podremos disfrutar de magníficos pescados y mariscos, porque la Mariña lucense tiene unos pastos fastuosos, pero, después de la experiencia asturiana, cuenten con una profunda decepción.
Lugares como Mondoñedo, A Terra Chá, o la propia capital, Lugo, son lugares misteriosos, enigmáticos, pero tristes, y con una gastronomía bastante rudimentaria, por lo que no es aconsejable dedicarle más de un día.
Lo más aconsejable es llegar cuanto antes a Santiago, incluso no poner allí el campamento base, sino en las afueras, en alguno de los hoteles rurales que recomienda la web de Turgalicia, y desde allí, hacer excursiones, incluso a las Rías baixas, donde encontrarán la mejor gastronomía de la Comunidad.
El mal llamado, Camino Francés
En el siglo XII, cuando las peregrinaciones a Santiago ya estaban consolidadas en toda Europa, el papa Calixto II encargó a su canciller Aymerich Picaud, que le preparase un itinerario regio para poder llegar al sepulcro sin tener que sufrir las calamidades del pueblo. Así, por ejemplo, la ciudad de Lugo, uno de los grandes enclaves para refugio de peregrinos, fue proscrito, ya que el Santo Padre no debía sufrir los horrores de ver aquel apestoso pueblo, sino descansar en el lujoso monasterio de Samos.
Al final le dio pereza y el papita nunca fue a Galicia, pero aquel Codex Calixtinus fue utilizado en el siglo XX para promover el famoso primer Itinerario Cultural Europeo, por lo que se acepta, o se quiere aceptar, que este es el auténtico Camino de Santiago Original, pero eso es falso ya que había docenas de rutas que incluso contaban con hospitales para peregrinos.
Pero bueno, aceptando “Pulpo” como animal de compañía, hablemos del Camino Francés.
Empezamos por Roncesvalles, porque la zona francesa se la dejamos a ellos que ya saben bien como promocionar su hostelería.
Contando con que una ruta gastronómica ha de hacerse en un confortable coche (a ser posible con chofer y que este sea abstemio), solo citaremos aquellos puntos de interés culinario, porque de poco nos sirve señalar Puente la Reina como lugar destacado, cuando no hay apenas ni un comedor destacable.
Así pues empezaremos por Pamplona, una plaza que cuenta con tan amplia tradición de pinchos, que les aconsejo usarla como lanzadera para hacer visitas a todos esos alrededores históricos, tan bellos y apasionantes como nos describen las diferentes guías, incluso probando comidas caseras en algún pueblín curioso.
De hecho incluso me saltaría Logroño, porque es una ciudad con escaso valor gastronómico (los riojanos presumen de que comen tan bien en sus casas, que no necesitan tener restaurantes buenos), y plantearía el viaje para llegar a cenar a Ezcaray (no está en el Camino, pero muy cerquita, a diez minutos de Santo Domingo de la Calzada), picando algo durante el trayecto, porque las cocinas riojana y navarra, se conocen en poco tiempo.
No es mal consejo quedarse un par de días en el Echaurren, porque se pueden hacer excursiones jacobeas muy interesantes, sobre todo sabiendo que tenemos un buen campamento base esperando al final del día.
De ahí pasamos a Castilla, tierra de asados que merece la pena sentirse, porque es una belleza austera, como el románico, pero tan profunda que, una vez que se entiende, cautiva, como esos corderitos lechales, únicos en el mundo mundial.
Si no son demasiado ortodoxos, les aconsejo que se desvíen hasta Aranda de Duero, porque una comida en El Mesón de la Villa, es una experiencia inolvidable. Probar la cocina de Seri, justifica el peregrinaje.
Aunque políticamente pertenezca a la misma Comunidad, la provincia de León merece un trato diferenciado, porque a simple vista comprobaremos que estamos en otro territorio. Incluso dentro de la provincia, hay varios mundos, porque la zona oriental no se parece nada a la Maragatería, y El Bierzo es un mundo aparte. De hecho hay que dedicarle un día al famoso cocido maragato, porque después de semejante atracón, no cabe otra alternativa que una buena siesta. Y en El Bierzo, procuren concertar alguna visita a las nuevas bodegas, porque se están haciendo los vinos más sorprendentes de todo El Camino.
Cruzando el Cebreiro, entramos en Galicia, pero como ya advertimos en el anterior capítulo, se trata de la meseta, de la zona dura. Es interesante porque es una imagen muy diferente a la que tenemos de las postales de promoción turística, pero no merece la pena hacer planes porque ni el paisaje ni la gastronomía merecen más pena que las paradas de rigor que exigen el viaje.
Y una vez en Santiago, pues lo dicho, a ponerse las botas en los pueblines de la costa.
Camino Norte
En realidad este recorrido es el mismo del Camino Primitivo, con el añadido que une la frontera vasca con Oviedo, claro que este recorrido que geográficamente no es nada, gastronómicamente es un coloso, ya que atraviesa la gran Guipúzcoa, santuario de la Buena Mesa española, Vizcaya, otro coloso, Santander (hoy Cantabria), y el oriente asturiano, los parajes más bellos de toda Europa y una gastronomía muy singular, sobre todo para quienes gusten de las preparaciones a base de maíz.
La entrada por Irún es ya una etapa, porque, escogiendo el tipo de alojamiento que más nos guste, desde el lujoso María Cristina de San Sebastián, hasta un caserío rural, la cantidad de opciones gastronómicas que podemos disfrutar en esa zona, son para quedarnos una temporadita.
No voy a enumerar las estrellas Michelin porque para eso ya está esa guía, pero sí les aconsejo que consulten sus comedores Bib, porque la Nueva Cocina ha hecho estragos en Guipúzcoa y no es tan fácil encontrar aquella tradicional gran cocina vasca que durante décadas se llevó la merecida fama de ser la más exquisita de la nación.
Una vez saturados de delicias vascas, yo pasaría de largo por Bilbao, porque después de disfrutar de las tabernas del casco viejo y del elegante paseo marítimo de San Sebastián, salvo que tengamos interés especial por visitar el Guggenheim, gastronómicamente no van a sacar nada en limpio.
Santander tampoco es el paraíso gastronómico que cuentan sus folletos publicitarios, aunque sí se pueden encontrar comedores de cocina casera donde probaremos guisotes que nos dejarán huella, como algunos cocidos montañeses, las ollas podridas o esos sedosos caricos que preparan en casa Enrique de Solares, un guiso de alubias pintas viudas, que merecen un viaje.
La inexcusable visita a los Picos de Europa y su entorno, la verdad es que no tiene nada que ver con El Camino, porque es de cajón que los peregrinos que venían por la costa, evitando precisamente las nieves de la meseta, no se iban a entretener haciendo fotos de la Ruta del Cares, pero como ya hemos dejado claro que este itinerario es absolutamente heterodoxo y epicúreo, pues yo les recomendaría hacer un prolongado alto en esta zona del oriente asturiano.
Como las carreteras son excelentes, podemos elegir el alojamiento que más nos emocione, ya sea en Covadonga, Llanes, Ribadesella o cualquier hotelito rural, porque este es el paraíso de ese tipo de hostelería.
Como en el apartado de Restaurantes por Zonas tienen ustedes amplia información, pues no voy a entretenerme en más detalles, tan solo repetirles que desde aquí pueden pasarse una semana sin tregua, porque todo el prerrománico de Villaviciosa, que eso sí que tiene que ver con El Camino, está a diez minutos de autopista, así que este es un cuartel general para gozar de nuestro recorrido Norte.
La Vía de la Plata
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