Brotes verdes
Abril 2010
No se lo creía ni el limpiabotas de Zapatero, pero mira por donde, resulta que sí, que era verdad, que iban a salir brotes verdes, aunque tampoco tiene nada de particular, porque cada año, al menos en Asturias, por estas fechas, los arbolitos despuntan esos famosos brotes verdes a los que nunca dimos la menor importancia y que ahora resulta que son la salvación de la Patria.
Más importantes son los guisantes de abril, que esos sí que están como para relamerse, aunque encontrar hoy día un hortelano que disponga de un cuadrito bien cuidado, es más difícil de conseguir que los políticos dejen de decir gilipolleces e insultarse unos a otros, incluso a estas alturas en que todos sabemos que terminan sus acalorados debates poniéndose las botas en algún lujoso restaurante madrileño, generalmente invitados por algún conocido banquero o director general de una multinacional conflictiva.
Pero bueno, por fin hay brotes verdes, esperemos que no venga algún pedrisco malaje y los arruine, porque ya empezamos a estar hartos de tantas desgracias.
Yo he pasado un invierno de esos de olvidar, y me imagino que media España lo habrá pasado peor aún, pero desde luego ya tengo ganas de calentar el alma, de sentir como los rayos de sol me entran hasta los huesos y, si no hay para comer langosta, pues mira, mejor para el ácido úrico ¡Qué coño!
El invierno ha sido cabrón, pero cabrón de verdad, como aquellos que vivíamos cuando Franco en que nos salían sabañones en las orejas, pero eso es bueno para las viñas. Dicen que se desparasitan y que su ciclo vital se refuerza, así que por lo menos tendremos buen vino, aunque de momento solo nos lleguen las alergias (yo estoy guapo).
Antaño, en estos días los hortelanos se afanaban en transplantar los tallitos que habían sembrado en los invernaderos y los mercados se llenaban de colores porque los días de sol invitaban a rodearse de flores y alegría. La verdad es que hoy, como todo procede de los cultivos hidropónicos holandeses, pues da lo mismo ir a un mercado en abril que en diciembre.
Yo estuve la semana pasada en La Boquería, uno de mis espacios mágicos, y ya había guisantes y habitas, aunque lo que compré fueron cañaillas, carabineros, cigalas y gambas rojas, manjares que por Asturias escasean y que me vuelven loco, pero reconozco que hay que darle un voto de confianza al Zapatero y comprar brotes verdes, aunque sean de soja.
España es un curioso país cuya principal afición es pisotear los brotes, aunque sean de futuras suculentas fresitas silvestres. Da lo mismo, cuando algo florece, hay que pisotearlo, porque siempre hay un hombre gris a quién molesta que algo nuevo nazca y aporte color. En Francia se deja crecer, y si luego no gusta, se le corta la cabeza, lo cual es mucho más práctico y hasta didáctico.
Esperemos que estos nuevos brotes verdes lleguen a buen término, que den sabrosas uvas, y que la Salgado no nos las joda.