De blogs, chats, foros y demás anglicismos internáuticos.
Publicado en PlanetaVino Nº 39, Octubre/noviembre 2011: De blogs
Parecía que en España, esa Una, Grande y Libre, las tiendas a distancia no iban a funcionar, porque a nosotros, los españoles, nos gusta tocar la mercancía antes de comprarla, aunque no tengamos ni pajolera idea de lo que tocamos, sobre todo en el caso del vino, porque no conozco a nadie capaz de catar sin descorchar la botella.
No nos fiamos ni del Banco de España, y así, algunas bodegas virtuales de absoluta garantía, pues las pasaron canutas para amortizar sus inversiones en tecnología.
Pero como siempre sucede, a los más desconfiados se les hace picar cuando se obra de mala fe, como a los tontos de Carabaña, y así, algunos listos, contando con la vanidad de los necios, pues montaron negocios encubiertos a la sombra de esos engañabobos llamados “muros de debate”, en los que un gorililla de Alpedrete, se luce ante el mundo exponiendo sus apreciaciones sobre la última añada del Castillo de San Diego y hasta le otorga una calificación que queda reflejada para la posteridad en ese medio.
Luego sale otro mandril de Los Negrales (probablemente el coleguilla con quién se tragó esa botella de Barbadillo) y le responde esos sabores cítricos tiraban más a pomelo rosa que a lima caribeña, y ya está el apasionante debate montado, hasta el extremo de que se líen treinta o cuarenta contertulios para ampliar los matices, aunque al final terminen quedando para comer una paella en Cercedilla.
Hasta aquí la cosa es un juego de niños, un pasatiempo sin malicia que hasta beneficia al mundo del vino, porque es bueno que se hable de él y que la gente se anime a catar, lo malo es que detrás de las bambalinas suceden cosas muy feas.
Yo entré en uno de estos websites y lo pasé muy bien, lo reconozco, sobre todo porque vi que había aficionados que sabían mucho más que yo, hasta que un día, hablando de una bodega que había plegado velas, me llega un mensaje de un “moderador”, avisándome de que no debo tocar ciertos temas, que han borrado todos mis escritos y que como me pase de listo me van a “banear” (en términos blogueros eso significan que te dan una patada en el culo). Quedé conmocionado porque no recuerdo que desde la mili nadie me tratase como a una colilla, pero claro, mi olfato de sabueso se despertó y encontré que muchos de sus reportajes no eran tales, sino acuerdos comerciales con bodegas a las que cambiaban vino por publicidad encubierta, ya saben, bodega del mes, vino de la semana, el ofertón de otoño, etc.
Lo más gracioso es que, carteándome por e-mail, o sea fuera de los canales visibles para sus “moderadores”, muchos foreros me dijeron que ellos también habían pasado por el torno de la Inquisición, y que muchos compañeros habían desaparecido del portal, algo así como en la dictadura de Pinochet o de Videla.
¡Hasta tienen chivatos, como en la posguerra! Que ya es el colmo. Yo le escribí a un pelotas que parecía preocupado por algunos desmanes en cierto hilo, y el muy peladillas les reenvió mi correo a los censores, que, como es lógico, me dieron guillotina inmediata.
La cosa tiene gracia porque es como un juego de niños, pero estos dictadorcillos de cloaca, han montado un negocio de altura, mientras que otras tiendas legales y honestas, que llaman al pan, pan y al vino, vino, pues no rascan bola, y eso que sus selecciones de vinos son realmente interesantes y a precios más que razonables.
¿Porqué tendrán que triunfar siempre los golfos?