Cinco estrellas Hesperia
¿No se han preguntado ustedes de donde salen tantos hoteles de cinco estrellas, cuando hace apenas dos décadas eso era un snobismo reservado a las grandes fortunas, y por tanto un bien tan escaso que solo se encontraba en las grandes ciudades?
Mi primer contacto con esta nueva categoría, fue durante un congreso de sumilleres que se celebró en Santiago de Compostela, en el hotel Puerta de Santiago, unas instalaciones que, ya desde la entrada, apuntaban a armatoste de polígono industrial.
Hace muchos años, cuando un servidor era comunista, fui a uno de esos hoteles para grupos que se anuncian a bajo precio y desde entonces decidí que mis ideales políticos son una cosa, pero mi forma de vida, otra.
Mi entrada en el hotel compostelano me hizo revivir aquella terrible experiencia, solo que este lucía cinco flamantes estrellas, cinco, en su fachada.
No había botones para coger las maletas, el trato en recepción era poco menos que de cuartel, los ascensores estaban siempre colapsados, el desayuno era como el buffet de aquel penoso hostal de Benidorm, en fin, que con gran dolor de mi corazón por despreciar la invitación de mis anfitriones (y de mi cartera), recogí mi maleta y me fui por mi cuenta al Parador de los Reyes Católicos, que, aunque sea un poco siniestro, por lo menos está en el casco histórico, al lado de la zona de vinos, y no en los arrabales de la ciudad.
¿Donde está el truco? ¿Para qué esa comedia de las estrellas?
Pues muy fácil, para que los tour operadores, los principales motores del turismo de masas, preparen paquetes a precio de risa, poniendo como cebo que el alojamiento es en hoteles de cinco estrellas, con teóricas tarifas de tal, pero que en realidad cobran menos de una quinta parte a los grupos.
El truco, aunque indecente, podría sobreseerse si no fuera porque, como piques y contrates por tu cuenta esas vacaciones, te encontrarás metido en un hotel de masas, con todo lo que ello implica, pero pagando precios de hotel de lujo.
¿Y porqué arremeto contra la cadena Hesperia?
Pues verán, porque acabo de pagar más de cuatro mil euros de vellón, por pasar unos días de reposo en el Hotel Hesperia Isla de la Toja, uno de esos lugares idílicos donde la gente de bien solía ir a tomar las aguas, rodeadas de todo tipo de servicios y lisonjas.
Durante esos días tuve que renunciar a disfrutar de las instalaciones del Club Termal cada vez que caían por allí esos temibles grupos Low Cost (185€ por todo el fin de semana, en pensión completa, con libre acceso a las instalaciones de SPA, excursiones y viaje desde Palencia incluidos), por cuyo uso, los pardillos que habíamos contratado el precio de tarifa, pagábamos más de 300.-€ diarios.
Aquello, en vez de unas instalaciones de cinco estrellas, parecía un parque temático en agosto: la gente tirándose de cabeza a la piscina del SPA, dando gritos de lado a lado del recinto, niños de apenas tres años nadando con flotadores o jugando entre las máquinas del fitness, señoras sacándose fotos con flash dentro de la sauna y dejando las puertas abiertas, graciosos tirándose el hielo del refresco como si fueran bolas de nieve, etc.
Afortunadamente, este hotel volverá pronto a ser lo que fue, porque, según la prensa gallega, "por discrepancias insalvables con su propietario, el Banco Pastor”, a partir del día 30 de abril, la cadena Hesperia dejó su gerencia.
Durante mi lamentable estancia, recordé que ya había sufrido una vejación parecida en Alicante, en el hotel Golf SPA Playa de San Juan, de la que ya di buena cuenta en mi libro “Golf y gastronomía”.
También era un Hesperia.
Así que ya saben porqué titulo este articulín: “Cinco estrellas Hesperia”.
Este artículo es parte de la descripción de las calamidades que pasamos en El Gran Hotel de La toja que pueden ver en el artículo Perdí cuatro kilos…, y 4.000€.