Temas recopilados del libro COMER CON VINO, Maridajes de la Buena Mesa española, ganador del premio como Mejor libro de Maridajes de comida y vino del mundo: GOURMAND WORLD COOKBOOK AWARDS 2009 Best Book on Matching Food and wine of de World
La España de los mil vinos
En una conferencia con la que castigué hace poco tiempo, a los sufridos aficionados al vino orensanos, un oyente me preguntó el porqué de esta moda de los maridajes, cuando en España siempre se comió sencillamente con el vino que permitiese el presupuesto.
Cierto, pero es que hasta hace veinte años,en España había dos vinos: los peleones y los de Rioja. Hoy podemos encontrar una gama de más de mil tipos de vino diferentes entre sí (sólo con la uva Tempranillo podríamos reseñar un centenar de variantes), por lo que eso de pedir “un rioja” es un absurdo que denota un total desconocimiento del bebedor.
De hecho, hay miles de marcas de La Mancha, Extremadura, Valencia o Navarra, que se parecen mucho más a ese perfil de “rioja clásico” de los años setenta, que los riojas de nueva expresión, versus Aro, Cirsion, Pisón, Pujanza, etc. (vinos apoteósicos que no están en esta guía por su elevado precio y porque son más para beber como copa, que dentro de una comida.
Pero luego están las nuevas uvas, no sólo las foráneas, Cabernet Sauvigon, Merlot, Pinot Noir, Petit Verdot, Chardonnay, Gewürtraminer, etc., sino muchas autóctonas, casi desaparecidas y recuperadas por nuestra moderna viticultura, como la Crespiello, Prieto Picudo, Mantonegro, Marmajuelo, Negramoll, Gual, etc., o incluso algunas denostadas por su lamentable vinificación y que, correctamente tratadas, están dando grandes vinos, como la Garnacha, Monastrell, Mencía, Listán, Malvasía, Godello, Verdejo, etc.
Y para seguir multiplicando exponencialmente estas novedades, existen más de sesenta denominaciones de origen, de terruños tan radicalmente opuestos como los creados por climas atlánticos, como es el caso de Rías Baixas, mediterráneos como Priorato, mesetarios como Ribera de Duero o casi alpinos, como Somontano. Y todo esto sin tener que pasar de los diez o doce euros. ¿Quién da más?
Por eso hay que aprender un poco de vinicultura para poder disfrutar plenamente de una buena mesa, porque renunciar a esta riqueza sin parangón en el mundo, es un verdadero crimen para un auténtico amante de la buena mesa.
Respecto al término “Nueva Expresión” que cité a propósito de los nuevos megavinos, me refiero a esa nueva generación de colosos que se bautizaron como “Alta Expresión”, “De autor”, “ De garaje”, etc. Lo del “Alta Expresión”, evidentemente es absurdo, porque antes de esa moda ya había vinos de “Altísima Expresión”. Lo de “Autor” también, porque o se dice quién es éste, o resultaría una entelequia. Y lo de “Garaje” ¿se imaginan un vino oliendo a humo de tubo de escape y gasolina? Así que ¿Por qué no llamarlos “Vinos de Mimo” o “De Capricho”? Sobre todo, si hacemos caso a los bodegueros que afirman que con estas joyas no ganan dinero, solamente prestigio. ¡Glub!
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