Spaetzle, Spätzle o Späzli
Respeto el nombre original con que se conoce este plato en centro Europa, porque en España se ha perdido la tradición de hacerlo y no he encontrado ninguna referencia clara a como se llamaba aquí, aunque me consta que se comía en varios lugares, sobre todo en el norte, en el Cantábrico, donde a las gachas se las trata de diversas formas.
Hay que tener en cuenta que, aunque la importación de la pasta se le atribuye a Marco Polo que dicen trajo los espaguetis de la China, la verdad es que mucho antes en España ya se consumían varios tipos de pasta de origen bárbaro y sobre todo árabe, como el alcuzcuz, los fideos, las planas (con las que hoy hacemos lasañas y canelón y que ellos usaban para hacer una especie de moussaka) y, sobre todo, pasta fresca, como esta que describo.
En la foto he puesto un falso Späzli hecho con pasta seca, porque así se vende en Francia y Alemania. No está mal, pero no tiene nada que ver. A diferencia del resto de pasta asciutta, que se debe comer al dente, esta, como en realidad es un sucedáneo, para que se parezca lo más posible a los de verdad, hay que sobrecocerla para que quede lo más esponjosoa posible, aunque se rompan y luego deben rehogarse en abundante mantequilla, incluso dejar que alguno se dore un poquito. Es una trampa, pero quita mucho trabajo y están ricos.
La receta. Puesta en marcha
En un bol grande se pone un cuarto de kilo de harina con dos huevos, un sobre de levadura Royal, sal y el agua que admita para quedar con una consistencia de pomada ligera, que se desprenda a goterones de la cuchara de madera con la que se amasó. Se suele poner una pizca de nuez moscada, pero hay que saber manejarla porque es muy aromática y puede arruinar los sabores.
Yo usé levadura fresca, que me gusta más. Si tienen un tazón donde entren 250g de harina, esa será la cantidad de agua que absorberá la masa, así que ponemos el agua templada, desleímos la levadura en ella, y la ponemos con la harina.
Debe trabajarse con una cuchara o espátula porque se forman grumos con el huevo y hay que deshacerlos. Hay que dejarla reposar media hora para que el harina tire y se ponga chiclosa.
Se pone a hervir en una olla, abundante agua con sal y, encima de esta, una tabla acribillada de agujeritos del tamaño de un guisante (como en España este artilugio no se vende, se puede usar un rallador de grano grueso).
A un lado de la tabla, depositamos una cucharada de masa y, con una tablilla, se pasa por encima de los agujeritos para que caiga a goterones así provocados. Cuando estos suban a la superficie, es que están cocidos, se retiran con la espumadera y se repite la operación hasta terminar con la masa.
Había leído que era muy fácil y rápido, pero a mí se me había cruzado. La última vez fue un fracaso porque usé levadura sin gluten para que mi mujer los pudiese probar, y al echarlos en agua se deshicieron y terminaron en el wáter. Ahora seguí los pasos, y coser y cantar.
Terminación del plato
Al momento de servir, se saltean con un poco de mantequilla en una sartén y se pueden comer de guarnición con todo tipo de caza y hasta como plato de pasta, con un poco de queso fundido o con cualquier salsa al gusto del comensal.
Como son bastante engorrosos de hacer, una vez cocidos y pasados por la mantequilla, se pueden congelar para usar en varias ocasiones, a condición de que no estén mucho tiempo en la nevera porque la grasa tiende a enranciar.
Vinos Recomendados
Si se comen como plato de pasta (a mi me vuelven tan loco que, en el restaurante Edelweiss de Madrid, donde los sirven con el Goulash, yo los pido con todo y hasta los comería a pelo, sino me diese vergüenza), con lo mejor combinan es con un tipo Chablis, un blanco de chardonnay fermentado en barrica, como el Palacio de Otazu.
Hay un blog que describe a la perfección la elaboración de esta receta, el autor se llama Carlos