Cuscurritos adobados
En hostelería y la RAE, consideran que el término más preciso es costrón, pero a mí sugiere algo vinculado con la lepra y la castración, y, como obviamente escatología y hedonismo son oxímoron, pues pongo la palabra que siempre se usó en mi casa, y que todos los clientes entendían a la primera.
En Francia no hay debate porque solo se pueden “croutons”, término que usan algunos cocineros cursis, y es que el país vecino, los cuscurros de pan frito, son obligados en muchas cremas, como en la Bisque de gambones donde he hecho la foto. Apetecible ¿No?
Elaboración
En un molcajete o mortero de piedra, o en la picadora, ponemos las especias y molemos bien. La sal es opcional porque el pan ya lleva. Cuando esté bien homogéneo, disolvemos con un chorrito de vinagre, y con ese mejunje, embadurnamos nuestros curruscos. Conviene dejarlos escurrir en un colador antes de freír para evitar que salten demasiado, porque el vinagre puede provocar explosiones.
Cuando hayan cogido bien el adobo (veréis que es como el del “pescaito”), se escurre bien y se fríe en abundante AOVE. No hace falta que esté humeante, mejor poco caliente para que no salte y, luego, cuando se ha evaporado el agua (apenas unos segundos) subimos el fuego para que tuesten y escupan la grasa, se sacan a un papel absorbente y se sirven en un cuenco de plata para que cada comensal se sirva a su gusto.