Orejones en su sirope
¿A que solo con mirar la foto parece que nos sube la tasa de glucosa en sangre? Bueno pues no, luego se lo explico.
Hay veces que a los cocineros nos suena la flauta, claro que para eso, antes hay que haber estudiado diez años de solfeo, pero aún así nos encontramos con sorpresas que, después, buscando en los libros de física y química de la Facultad, pues aparece la explicación. Como el huevo de Colón.
Preparando la receta de Lombarda de Navidad, se me ocurrió rehidratar los orejones en sidra del duernu (para quién no conozca esta delicia, es el mosto de manzana cuando empieza a fermentar, así que, si no tienen acceso a ella, pues mezclen al 50% sidra natural y zumo de manzana, que bueno, es un brebaje aceptable).
Cuando habían cocido unos minutos y la sidra se había reducido, ví como se había convertido en sirope, igual que miel. Probé y era algo exquisito, porque lejos de resultar empalagoso, apenas estaba dulce y sí bastante ácido, con un intenso sabor a albaricoque y manzana.
Guardé la mitad y lo probé de postre con un poco de requesón casero: sublime.
Había inventado tres platos: la Lombarda de Navidad, los orejones en su sirope y el Requesón con jalea de albaricoque.
Luego probé con higos pasos y el resultado fue divino, otro plato, Higos en sidra con nata, pero no se formó tanto almíbar y eso que estaba mucho más dulce ¿misterio? Bueno, yo creo que la explicación está en la pectina, ella fue la responsable de ese aspecto siruposo, auténtica miel..., no dulce.
Me estoy pasando de explicaciones, pero es que receta no es nada y sin embargo las aplicaciones pueden ser interminables, sobre todo para los diabéticos y los gourmets que no gustamos del dulce. Esta golosina, de aspecto dulzón, apenas contiene azúcares. De hecho no debe cambiarse por los orejones de melocotón, porque los de albaricoque tienen menos de un 8% de su peso en sacarosa, mientras que los otros se van casi a al 35%.
La receta
Pues ya hemos terminado, porque basta con poner los ingredientes en un cazo y dejarlo cocer hasta que se reduzca al estado que deseemos.
Cuando se enfríe se volverá más denso, hasta hace hilos, pero se puede recalentar un poco, porque calentitos están de morirse.
¿Aplicaciones? Pues mil, pero hagan ustedes las pruebas ¡coño! Que yo ya he hecho bastante con inventarlo.